Page 328 - La Traición de Isengard
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caracol aparentemente interminable, sin ventanas; encogido, se mete en unos
nichos malolientes cada vez que los gruñentes Orcos suben o bajan. En la cima
hay cuatro puertas cerradas, Norte, Sur, Este, Oeste. ¿En cuál está? En cualquier
caso, cómo podrá entrar: todas están cerradas.
De repente, Sam hizo acopio de valor y realizó un acto intrépido… la
añoranza por su amo fue más fuerte que todos los [390] demás pensamientos. Se
sentó en el suelo y empezó a cantar. La « Canción del Troll» —o alguna otra
canción hobbit— o, posiblemente, parte de la canción de los Elfos O Elbereth.
(Sí.)
Se oyen gritos de furia y aparecen guardias en las escaleras desde arriba y
abajo.
—Cerradle la boca… al perro asqueroso —gritan los Orcos—. Ojalá
recibiéramos el mensaje del Gran Único y pudiéramos empezar nuestro
Interrogatorio ¡o llevarlo a Baraddur. Je, je! Allí sí que saben hacerlo. Hay Uno
que pronto descubrirá dónde escondió el pequeño tramposo su Anillo]. [448]
Cerradle la boca
—¡Cuidado! —gritó el capitán—. No empleéis demasiada fuerza antes de
recibir noticias del Gran Único.
Con este truco Sam encontró la puerta, pues un Orco abrió la del Este y entró
con un látigo.
—Contén tu lengua asquerosa —dijo en el momento en que Sam oyó el
restallar del látigo.
Veloz como el relámpago, Sam se escabulló al interior. Deseó apuñalar al
Orco, pero sabiamente se contuvo. A la luz de [la antorcha >] la pequeña ventana
Este vio a Frodo tumbado sobre la piedra desnuda… los brazos sobre la cara [?
protegiéndose] del golpe del látigo. Farfullando, el orco salió y cerró la puerta.
Frodo gimió y se volvió, descubriendo su cara… todavía pálida por el veneno.
—¿Por qué los sueños se burlan de mí? —dijo—. ¡Creí escuchar una voz que
cantaba la canción de Elbereth!
—¡No estaba soñando! —exclamó Sam—. Soy yo, amo —se quitó el Anillo.
Pero Frodo experimentó un gran odio que le inundó el corazón. Ante él había
un orco pequeño, patizambo, que lo miraba con ojos entornados desde una cara
maligna. Le recordó ligeramente a alguien que una vez había conocido y
amado… u odiado. Se incorporó.
—¡Ladrón! —gritó—. Dámelo.
Sam quedó muy desconcertado: y se apartó, tan súbito y sombrío había sido
el cambio en el rostro de su amo. « El pobre todavía está mithered» , [449] pensó.
—Claro, amo Frodo. He venido detrás lo más rápidamente que he podido
para dárselo. [391]
Con esas palabras colocó el anillo en la mano ansiosa de Frodo, y se quitó la