Page 68 - La Traición de Isengard
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Capítulo XI: «Un cuchillo en la oscuridad»
Este capítulo fue otro de ésos que mi padre, en esta época, reorganizó, en parte,
del texto existente de la « tercera etapa» (la última del capítulo X y la primera
del capítulo XI, véase RS 446) y, en parte, de nuevas páginas manuscritas, y al
igual que con los capítulos anteriores en esta forma, algunas páginas rechazadas
de la versión más vieja se separaron y no fueron a Marquette.
El nuevo texto empieza con el ataque a Cricava, que, con el cambio en su
fecha, había sido trasladado de su lugar original en el capítulo VII (véase p. 46).
Para la forma previa del episodio, véase RS 408-409; éste era casi idéntico al
texto original, RS 379-380. En ambos, mi padre esbozó en fragmentos la historia
de Odo, que se marchó con Gandalf cuando éste cabalgó tras los Jinetes Negros:
una historia que sólo parece haber entrado en la narrativa de la « tercera etapa»
cuando se alcanzó el capítulo de « Bree» , véase RS 418-419. Pero en la segunda
versión, Cricava no estaba vacía: una cortina se movió en una ventana… porque
Odo se había quedado detrás.
Primero transcribo el borrador preliminar del ataque a Cricava escrito para
su nuevo lugar en la historia.
Mientras dormían en la posada de Bree, las tinieblas se extendían en Los
Gamos. La niebla se movía por las cañadas y las orillas del río. La casa de
Cricava se alzaba envuelta en silencio. No mucho antes, cuando acababa de
anochecer, había habido una luz en una ventana. Un caballo subió rápidamente
por la senda, y se detuvo. Por el sendero, caminaba deprisa una figura, envuelta
en una gran capa y conduciendo un caballo blanco. Llamó a la puerta, y de
inmediato la luz se apagó. La cortina en la ventana se agitó, y poco después se
abrió la puerta y la figura la atravesó en el acto. Incluso mientras se cerraba,
[66] una sombra negra pareció escurrirse bajo los árboles y desaparecer a través
de la puerta sin emitir un solo sonido. [62] Entonces, la oscuridad lentamente se
convirtió en noche, una noche muerta y nebulosa: no brillaba ninguna estrella
sobre Los Gamos.
Se oyó el suave sonido de cascos, de caballos que se acercaban conducidos
lenta y cautamente. La puerta del jardín se abrió, y sendero arriba desfilaron tres
formas encapuchadas, cubiertas de negro, arrastrándose por el suelo. Una de
ellas fue a la puerta, las otras dos a los extremos de la casa, y allí se quedaron,
silenciosas como las sombras negras de piedras, mientras el tiempo proseguía
lentamente, y la casa y los árboles a su alrededor parecían esperar conteniendo
el aliento.
Hubo una leve agitación en las hojas y cantó un gallo. Era la hora fría que
precede al alba. [63] La figura que estaba junto a la puerta se movió de pronto.
En la oscuridad sin luna y sin estrellas brilló una hoja de metal, como si hubiesen