Page 51 - Tratado sobre las almas errantes
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que sufrían en el purgatorio y me dijo que ella no iba a permanecer ya por mucho tiempo en el purgatorio. ¡Los
juicios de Dios son verdaderamente misteriosos! 127
Como aparece detalladamente descrito, la santa vio desesperación en el alma que se le apareció.
Resulta patente que no se le apareció de acuerdo a lo que hubiéramos esperado según los
parámetros normales: un alma del purgatorio que pedía humildemente oraciones, y que esperaba
con fe y amor el momento de entrar en el Cielo. No sólo no fue así, sino que además esta alma no
sólo no pidió que se rezara por ella, sino que, por el contrario, le dijo que sus oraciones ni le habían
ayudado, ni le iban a ayudar. Este episodio es muy difícil entenderlo bajo otros criterios que los de
la existencia de espíritus perdidos.
Pero aunque sea difícil, quizá no resulte imposible. Pensemos que, según San Juan de la Cruz, a
las almas del purgatorio les parece que no les quiere Dios a ellos ni que de tal cosa son dignos 128 .
Si a eso unimos que el Santo afirma que esas ánimas padecen grandes dudas de que han de salir de
allí jamás y de que se han de acabar sus penas 129 , podría entenderse que algunas almas del
purgatorio pudieran sufrir de espantosos sentimientos de desesperación, aunque sin llegar a pecar.
Incluso entre los viadores observamos que puede coexistir la gracia de Dios con un intenso
sentimiento de desesperación. Las biografías de santos describiendo episodios de un sentimiento de
angustia extrema son múltiples. Es ya clásica la anotación de San Ignacio de Loyola en su
autobiografía:
Estando en estos pensamientos, le venían muchas veces tentaciones con grande ímpetu para echarse de un
agujero grande que aquella su cámara tenía, y estaba junto del lugar donde hacía oración. Mas conociendo que era
pecado matarse, tornaba a gritar: “Señor, no haré cosa que te ofenda” 130 .
Esto podría acercarse a una explicación de la visión de Santa Faustina. El sentimiento que
fuerza a hacer o decir cosas sin plena advertencia o consentimiento, y que coexiste con la gracia de
Dios. El alma que vio Santa Faustina podía estar en gracia de Dios, pero estar completamente
obnubilada por un acceso de desesperación sin plena advertencia o consentimiento, y gritar, como
un Job en zozobra, que Sor Faustina no rezara por ella.
Preferir no existir a la existencia, no es incompatible con estar en gracia de Dios. Y así Job, que
es un ejemplo de fidelidad heroica a Dios, afirmó: Preferiría morir ahogado, la muerte mejor que
vivir en estos huesos míos 131 . Cierto que quizá Job se refería sólo a no existir sobre la tierra, pero, en
cualquier caso, no hay pecado en desear la no-existencia, mientras uno se someta a la voluntad
divina. Pero esta preferencia de Job no nace de una disquisición filosófica acerca del ser o el no ser,
127
SANTA FAUSTINA KOWALSKA, Diario, Editorial padres Marianos de la Inmaculada Concepción de la Santísima
Virgen María, Strockbridge 2001, (Primer Cuaderno, n. 58), pg. 36-37.
128
SAN JUAN DE LA CRUZ, Noche oscura, libro II, capítulo VII, n. 7.
129
El fragmento entero de San Juan de la Cruz explica más largamente esta idea. Dice así: “Es la causa por que los
que yacen en el purgatorio padecen grandes dudas de que han de salir de allí jamás y de que se han de acabar sus penas.
Porque, aunque habitualmente tienen las tres virtudes teologales, que son fe, esperanza y caridad, la actualidad que
tienen del sentimiento de las penas y privación de Dios, no les deja gozar del bien actual y consuelo de estas virtudes.
Porque, aunque ellos echan de ver que quieren bien a Dios, no les consuela esto; porque les parece que no les quiere
Dios a ellos ni que de tal cosa son dignos; antes, como se ven privados de él, puestos en sus miserias, paréceles que
tienen muy bien en sí por qué ser aborrecidos y desechados de Dios con mucha razón para siempre.” SAN JUAN DE LA
CRUZ, Noche Oscura, libro II, capítulo VII, n. 7.
130
SAN IGNACIO DE LOYOLA, Autobiografía, Red Ediciones, (sin lugar de impresión) 2009, pg. 21.
131
Job 7, 15. O también: “Perezca el día en que nací y la noche en la que se dijo: ha sido concebido un varón” (Job
3, 3).
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