Page 61 - Tratado sobre las almas errantes
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numerosas las personas que cargan con pecado tan graves que han provocado la muerte sobrenatural
            de sus almas.

                   Por lo tanto, por todo lo expuesto, nos parece justo advertir que (desde un punto de vista de
            arquitectura lógica moral) resulta perfectamente posible compaginar el texto de Juan Pablo II en
            Reconciliatio et Paenitentia con la distinción entre pecados graves y mortales. Nos parece que lo
            ortodoxo es rechazar la idea de que sólo la opción fundamental condena, pero que no es heterodoxo
            admitir que ciertos pecados, aunque impidan la entrada en la bienaventuranza, no suponen la muerte
            definitiva del alma, porque no suponen la destrucción de la condición de apertura a Dios.
                   La aceptación de la tricotomía (venial, grave y mortal) frente a la dicotomía (venial, mortal)
            nos  parece  que  se  adapta  más  a  la  naturaleza  implícita  de  los  pecados.  Tal  tricotomía  resulta
            utilísima para el  intermediacionismo,  pero no es necesaria.  La tesis intermediacionista se podría
            adaptar perfectamente a la división de la dicotomía tradicional.
                   En el  fondo, las dos  posturas (la de la doble  y  la de la triple división) sostienen que los
            pecados  se  dividen  entre  aquellos  pecados  que  te  condenan  para  siempre  y  los  que  no;  en  eso
            estamos  perfectamente  de  acuerdo.  La  tradición  teológica  siempre  ha  mantenido  esta  división
            simple. Pero el sentimiento generalizado entre los confesores y el Pueblo de Dios siempre ha sido
            preguntarse  cómo  es  posible  que  alguien  se  condene  para  siempre  a  la  no  visión  de  Dios,  a  no
            alcanzar la felicidad eterna, por usar medios anticonceptivos dentro del matrimonio o por un pecado
            de  masturbación.  La  tricotomía  moral  y  el  intermediacionismo  darían  respuesta  a  este  sentir
            generalizado,  sin  negar  ningún  elemento  magisterial.  Pues  según  esto,  uno  podría  morir  en  un
            estado  que  no  le  permite  entrar  en  el  Reino  de  los  Cielos,  pero  no  por eso  estaría  exento  de  la
            posibilidad de comprender y arrepentirse.









































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