Page 148 - Vive Peligrosamente
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gran admiración hacia Hansen, como si fuese un adivino, y nos dimos
cuenta de que la confianza que habíamos depositado en él no era vana, que
podíamos sentimos seguros bajo su mando.
Las frecuentes visitas que hacíamos a nuestro convoy de retaguardia,
que estaba acampado en un bosque en las cercanías de Jelna, no podían ser
consideradas como una diversión. Todos sabíamos que varios lugares de la
carretera –la que unía a nuestras posiciones con el citado bosque–, estaban
batidos constantemente por el fuego enemigo; ello nos obligaba a calcular
con la mayor exactitud el tiempo que transcurría entre disparo y disparo,
encomendarnos a nuestra suerte y pasar los lugares batidos con la velocidad
del rayo.
En varias ocasiones llegué hasta Jelna, donde había una destilería de
alcohol. Varias veces me aprovisioné en ella de "vodka" que allí estaba
almacenado y envasado en las clásicas botellas rusas de forma achatada.
Creo que todo el que se haya encontrado en una situación difícil, no ignora
que un buen trago hace parecer más soportables las incomodidades y los
peligros.
En los momentos en que nos veíamos constreñidos a refugiarnos en el
interior de nuestros parapetos, debido a que los rusos no cesaban de lanzar
salvas sobre nuestras posiciones, las botellas de "vodka" desaparecían
rápidamente. Los que intentaban engañarse a sí mismos decían que
únicamente querían gargarizar y desinfectarse la caverna de la boca.
Nuestros médicos y personal sanitario se habían instalado en una zona
que separaba el bosque de la entrada de la ciudad. Cuando visitábamos el
emplazamiento, sólo veíamos el "lado amargo" de todo soldado. Las
ambulancias depositaban allí los desechos humanos que transportaban. Los
médicos hacían todo lo posible por aliviar los sufrimientos de los que
padecían. Pero cuando las cosas en el frente tomaban mal cariz, no podían
dar abasto, aunque trabajaban ininterrumpidamente día y noche. Sólo
llegaban a la mesa de operaciones todos aquellos soldados cuyo estado era
considerado de máxima gravedad, y los demás, aquellos que tenían heridas
menos graves, eran trasladados a retaguardia, en el caso de que así pudiera
hacerse.
Estoy convencido de que todos los que tengan sensibilidad y hayan
estado en los frentes, nunca podrán olvidar semejantes espectáculos.
¡Imágenes que pueden ser consideradas como estampa viviente del dolor
humano! Teníamos que hacer grandes esfuerzos para no pensar que