Page 153 - Vive Peligrosamente
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constitución de hierro; luchó contra la muerte durante tres días seguidos.
Cuando le visité estaba consciente, pero me di cuenta de que ignoraba que
había perdido los brazos. A pesar de que el doctor me dijo que no había
esperanzas para él, le di ánimos. No quise defraudarle al oírle hacer planes
para el futuro. Me dijo:
–Creo que mi cuerpo puede servir aún para hacer de cantinero. ¿No está
usted de acuerdo conmigo?
Como es de suponer, me mostré de acuerdo con sus esperanzas. Al día
siguiente, aumentaba el número de los soldados que yacían en nuestro
cementerio.
La noche de aquel mismo día tuve que hacer una gestión en la batería
número 4, que estaba emplazada en la parte norte de nuestra "cabeza de
puente" y cuya misión era la de proteger al Regimiento
"Grossdeutschland". Aquella visita me complació porque, en primer lugar,
me entendía muy bien con el que la mandaba, el teniente Scheufele, y en
segundo lugar porque su cocina era considerada como la mejor de nuestra
unidad.
Era la primera vez que visitaba aquella zona de nuestra "cabeza de
puente". Pude observar que era muy abrupta, y que los caminos eran
transitables gracias a las huellas dejadas en ellos por nuestros vehículos. Mi
amigo me recibió con grandes muestras de alegría en su puesto de mando y
tuve que explicarle todas las novedades habidas en la unidad durante el
tiempo de su ausencia de la misma.
No tardó en presentarse el cocinero, que nos obsequió con un trozo de
carne asada y una ensalada de patatas. Cuando nos disponíamos a comer,
oímos unos extraños aullidos y al salir para ver lo que era, fuimos testigos
de una escena jocosa.
Un cerdo se había escapado y corría por entre nuestras líneas. Nuestros
cocineros, despreciando el fuego enemigo, corrían tras él, hostigándole con
largos palos y con sus bayonetas. Procuraron cortarle todas las salidas y
realizaron esfuerzos ímprobos para que el cerdo no se escapase en dirección
al enemigo. El cerdo, obstinado y astuto, lograba escabullirse haciendo
zigzags. Aquella improvisada caza duró un buen rato, hasta que alguien
hizo uso de una pistola disparando contra él y el cerdo cayó fulminado. Se
había logrado un buen botín. Yo me prometí volver no tardando mucho.
Había llegado el momento de mi regreso. Tuve que hacer el viaje de
vuelta en la oscuridad. Me sentía optimista y de buen humor a causa del
"vodka" ingerido. Conducía mi coche procurando orientarme por las