Page 302 - Vive Peligrosamente
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dormirme no pude dejar de pensar en mi padre, y sentí que no viviese para
          presenciar mi inesperada gloria. Sé que ninguna persona se habría alegrado
          tanto como él; y volví a recordar las palabras que me dijo al principio de la
          guerra:
            –¡No debes pensar en seguida en la "Cruz de Caballero"!
            Yo acababa de dar un paso decisivo en mi azarosa vida; el primero de
          otros muchos que jalonarían mi futuro.
            Otros se encargaron de trazar el programa del día siguiente. Dörnberg,
          una alta personalidad del Ministerio de Asuntos Exteriores, que incluso me
          sobrepasaba una cabeza, se me presentó para acompañamos.
            También conocí a Baldur von Schirach, el "Gauleiter" de Viena, cuando
          llegó al hotel para visitar al Duce. Se  inició un continuo ir  y  venir. Me
          había hecho con un  uniforme no apropiado para  mi complexión. No
          obstante, ofrecía un aspecto más aseado que con el desgarrado uniforme de
          las tropas de paracaidistas que vestía al llegar a Viena la noche anterior.
            Fui el primero en saludar al Duce aquella mañana.
            Benito Mussolini aparecía rejuvenecido. Me di cuenta de que el trabajo
          del peluquero había contribuido mucho a ello. Demostró haber recuperado
          su antigua vitalidad; se veía claramente que había aprovechado  la noche
          para trazar nuevos planes. En cuanto le visité me hizo partícipe de ellos;
          completó sus ideas cuando volvimos a encontrarnos a bordo de otro avión.
          Fue la primera vez que oí hablar del "Partido republicano–fascista".
            Luego me dijo:
            –Cometí una falta, muy decisiva, por cierto, y que he pagado con creces.
          No me di cuenta de que la casa reinante italiana era, y es,  mi  mayor
          enemiga. Habría debido implantar la República en Italia en cuanto terminó
          la guerra con Abisinia.
            En aquellos  momentos todavía ignoraba que el domingo, 12 de
          septiembre, la radio alemana, a las 23 horas, había transmitido una noticia
          extraordinaria que, más o menos, decía:
            –Un oficial  vienés de las SS ha libertado, en el día de hoy, a Benito
          Mussolini, hecho prisionero por el nuevo Gobierno de Badoglio. ¡La difícil
          operación nos ha ocasionado grandes pérdidas!
            Cuando, en la  mañana del 13, llamé por teléfono a  mi hermano, que
          estaba en Viena, me di cuenta de que había descubierto mi intervención en
          operación tan importante.
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