Page 303 - Vive Peligrosamente
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–¡Entonces fuiste tú! ¡Te felicito de todo corazón! ¡Has demostrado
tener un bonito detalle para conmigo eligiendo el día de mi cumpleaños
para llevar a cabo tan arriesgada acción...!
A las 11,30 volvimos a dirigirnos aeródromo de Aspern. Esta vez
embarcamos en un cómodo avión de pasajeros, un gran "Junker". Me senté
frente al Duce. Y tuvimos ocasión de sostener una conversación sin temor a
que nos interrumpiesen.
Mussolini me desarrolló, con todo lujo de detalles, su plan para fundar
un nuevo partido y constituir nuevo Gobierno. ¡No pude dejar de admirar la
gran vitalidad de aquel hombre, que no había disminuido en nada a pesar de
su largo cautiverio! Cuando apenas hacía pocas horas que estaba en su
compañía, comprendí el significado de las palabras de Adolf Hitler:
–¡Mussolini es el "último romano"!
Nos reunimos con la familia del Duce en el aeródromo de Riem, de
Munich. Donna Rachele, su esposa, causaba una impresión de discreción y
simpatía en todos cuantos la conocían, que se acrecentaba con su trato.
Hasta las primeras horas del 15 de septiembre, nos hospedamos en la
casa destinada a los huéspedes insignes del Gobierno del Reich, de Munich.
Fui invitado personalmente por Mussolini a compartir su almuerzo. Y
aproveché la ocasión para enfrascarme en agradable conversación con el
dictador de Italia. Fue entonces cuando me explicó cómo se había llevado a
cabo su arresto.
El 25 de julio de 1943 se dirigió al palacio del Rey, que lo había citado
en audiencia, a pesar de que muchas personas, entre ellas su esposa, le
aconsejaron que no lo hiciera.
–El Rey –explicó– me agradeció, con efusivas palabras, todo lo que
había hecho por Italia. Hasta llegó a afirmarme que siempre sería el hijo
predilecto de Italia y que él, personalmente, me consideraba como de su
familia. Incluso llegó a llamarme primo suyo.
El hecho de que uno de los miembros de la Casa de Saboya llamase a
alguien "primo" era una alta distinción, de la que el Duce disfrutaba desde
hacía tiempo.
Tales fueron las palabras con las que "il Re Emanuele" se despidió de
Mussolini, después de haberle abrazado efusivamente. Llegó a tomarse la
molestia de acompañarle personalmente hasta la puerta. Pero... Ante la
puerta esperaban unos cuantos oficiales que le arrestaron y le trasladaron al
cuartel de los "Carabinieri" de Roma, en una ambulancia herméticamente
cerrada.