Page 312 - Vive Peligrosamente
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no suelen ser bien aclaradas, y su cumplimiento ofrece un sinfín de
dificultades, lo que no agrada a un verdadero soldado.
En las estaciones de París pude darme cuenta de que imperaba el famoso
orden alemán. A cada soldado recién llegado a la capital de Francia, se le
"rogaba", por unas inmensas pancartas, que se presentara "en seguida" en
las oficinas de la Werhmacht, situadas en la Plaza de la Opera. Una vez en
ellas, se nos daba nuestra cartilla de racionamiento y la dirección del lugar
en que debíamos presentamos seguidamente. Arreglé estos detalles y, a
continuación, me dirigí al Hotel Continental de la rue Rívoli.
Cuando llegué aprendí, una vez más, lo que era enfrentarse con un
"hombre eficiente" en una importante comandancia de nuestra Werhmacht.
Los varios centenares de habitaciones del hotel habían sido transformadas
en despachos, y de ellos entraban y salían numerosos oficiales del Estado
Mayor. Finalmente, llegué al lugar indicado, donde fui recibido por un
coronel de la I. G., cuyo nombre no recuerdo.
Había recibido la orden de poner a mi disposición un cierto número de
tropas, pero no podía decirme exactamente cuántas y para qué fines. Sólo
sabía que mi nueva misión tenía alguna relación con la crisis que se había
originado en Vichy. Uno de los jefes de la I. C., que llamamos a
continuación, tampoco supo aclaramos nada. No obstante, me hizo una
exposición de la situación; considerada desde su punto de vista personal.
Los cientos de nombres que mencionó, de los que no había oído hablar
hasta entonces, me produjeron un verdadero caos mental. Con lo aprisa que
iba todo, no pude darme cuenta de la relación que había entre todos ellos y
los acontecimientos surgidos.
Durante los últimos tiempos no había disfrutado de un solo minuto de
descanso. Por ello, es comprensible que ni siquiera hubiera echado un
vistazo a los periódicos. Sólo me sonaban los nombres del mariscal Pétain,
del almirante Darlan, de los generales De Gaulle y Giraud y algunos otros.
Y con esto, terminaban mis conocimientos sobre las personalidades
francesas.
El I. C., un teniente Coronel, me describió la situación, mas o menos, de
la siguiente forma:
"En los círculos del mariscal Pétain y de los miembros del Gobierno de
Vichy, reinaba un gran descontento motivado por una seria cuestión. Las
negociaciones franco–alemanas estaban estancadas desde hacia tres años;
no habían avanzado ni un ápice desde el Tratado de junio de 1940 en que se
firmó el alto el fuego. Por ello, el tantas veces prometido Tratado de Paz,