Page 103 - El Misterio de Belicena Villca
P. 103

dotándolo del Palio arzobispal que le permitirá nombrar sus propios Obispos y
                 completar la jerarquía de sus Sacerdotes.
                        En el año 737, en Roma, recibe de  manos de Gregorio III la máxima
                 dignidad: será Legado papal en Alemania, y dispondrá de amplios poderes para
                 actuar. En aquel tiempo, “Alemania” incluía al Reino Franco, el más poderoso de
                 la cristianidad europea. Pues bien, el nombramiento  de San Bonifacio, tenía
                 como objeto liberarle las manos para que llevase adelante un plan tan audaz
                 como siniestro; en el Imperio Romano de Oriente,  o Imperio Bizantino, el
                 Patriarca de la Iglesia estaba normalmente sometido a la voluntad del
                 Emperador; en Occidente sería necesario  restablecer el poder imperial, pero
                 fundado en una relación de fuerzas completamente inversa: aquí, el Papa
                 dominaría a los Reyes y Emperadores, el Sacerdote al Rey, el Conocimiento del
                 Culto a la Sabiduría de la Sangre Pura. Y el instrumento para este plan, que
                 permitiría a su vez concretar los planes de la Fraternidad Blanca y de los Golen,
                 sería la familia franca de los pipínidos.
                        Los Reyes Merovingios se hacían llamar “Divinos” porque afirmaban
                 descender de los Dioses Liberadores: para el judeocristianismo, que sostenía con
                 la Biblia idéntica descendencia de todos los mortales desde Adán y Eva, aquel
                 origen no significaba nada; el único Dios era el Dios Creador, Jehová Satanás, y
                 nadie podía arrogarse su linaje; y fuera  del Dios Creador judeocristiano sólo
                 existían la superstición o los Demonios. Así, pues, era una cuestión de principios
                 eliminar a unos Reyes que, no sólo  declaraban tener linaje Divino, sino que
                 afirmaban  recordarlo con la sangre: esa vinculación entre la Divinidad y la
                 realeza, muy popular entre los francos, era un obstáculo  molesto para unos
                 Sacerdotes que pretendían presentarse como los únicos representantes de Dios
                 en la Tierra. Al morir Carlos Martel en el año 741, le suceden sus hijos: Carlomán
                 como Mayordomo de Austrasia y Pipino como Mayordomo de Neustría.
                 Carlomán, que luego se retiraría al monasterio de Monte Cassino, concede a San
                 Bonifacio total libertad para reformar  la Iglesia Franca de acuerdo a la Regla
                 benedictina; otro tanto hará Pipino. En pocos años, mediante una serie de
                 Sínodos que van del 742 al 747, se pone a toda la Iglesia Franca bajo el control
                 de la Orden Bendictina.
                        Carlomán y Pipino están, también, dominados por la Orden. San Bonifacio
                 comunica a Pipino el plan de los Golen: con la aprobación del nuevo Papa
                 Zacarías, se destronará al Rey Childerico III, el último de los Divinos Merovingios;
                 en su lugar sería elegido Pipino por los Grandes del Reino y su nombramiento
                 estaría legitimado, análogamente al Antiguo Testamento, por el consentimiento
                 del Papa y la unción de San Bonifacio. El pago del nuevo Rey, por legitimar su
                 usurpación, consistiría en un considerable botín: la creación de los Estados
                 Pontificios. Pero esta recompensa no  cercenaría en nada el poder del Reino
                 Franco pues no se constituiría a sus  expensas sino a la  de los lombardos y
                 bizantinos: en efecto, el Papa solicitaba en pago de su alianza con el Rey Franco
                 unos territorios que debían ser previamente conquistados. Concertado el arreglo,
                 en noviembre del año 751 el Rey Childerico III era confinado en un monasterio
                 benedictino y Pipino el Breve proclamado Rey y ungido  por San Bonifacio. En
                 754 el Rey Pipino y el Papa Esteban II se reúnen en Ponthión donde firman un
                 tratado por el cual los francos se comprometen en adelante a proteger a la Iglesia
                 Católica y a servir al Trono de San Pedro. De este  modo, en 756, los francos


                                                           103
   98   99   100   101   102   103   104   105   106   107   108