Page 98 - El Misterio de Belicena Villca
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monacato occidental. Para refrescar la memoria a este respecto, conviene
recordar los siguientes datos: en primer lugar, que los himnos más antiguos del
Rig Veda y los Upanishads mencionan las comunidades brahmánicas munis y
vrâtyas; en segundo lugar, que en la Epoca de Buda, personaje histórico del
siglo VII A.J.C., ya existían âshrams desde cientos de años antes; y por último,
que si la reforma religiosa budista se extiende rápidamente en la India, China,
Tíbet, Japón, etc., es porque ya existían los grupos que se iban a transformar en
Sanghas.
Pero no se trata de que los benedictinos fuesen budistas o tuviesen algo
que ver con el budismo sino de que tanto los Sacerdotes budistas, como los
Sacerdotes benedictinos, obedecían secretamente a la Fraternidad Blanca,
verdadera Fuente Oculta del Monacato “Oriental” y “Occidental”. La Fraternidad
Blanca, en efecto, fue autora de una obra titulada “Regla de los Maestros de
Sabiduría”, de difusión universal y que en Occidente era conocida desde el siglo II
como “Regula Magistri Sapientiae” por numerosas sectas cristianas y también
por los gnósticos judíos. Así que, nada original habría en el monacato occidental
el cual respondería, por el contrario, a las más ortodoxas disposiciones que
dictamina la Fraternidad Blanca en la materia.
En los primeros siglos de la Era Cristiana cuando el Imperio Romano
admitía el “paganismo” y mantenía contacto con los pueblos del Asia, se conocía
perfectamente la existencia de la vida monacal oriental; incluso hombres ilustres
como Apolonio de Tiana, contemporáneo de Jesús, habían viajado al Tíbet y
recibido instrucción en sus monasterios. Algunas sectas gnósticas, que llegaron a
comprender y a oponerse a los planes de la Fraternidad Blanca, han dejado
testimonio de que ello se conocía en las principales ciudades del Medio Oriente:
Alejandría, Jerusalén, Antioquía, Cesarea, Efeso, etc. Pero la institución de los
monasterios no se establece de la noche a la mañana: es necesario seguir un
estricto proceso de formación, un método que se conoce desde la época de la
Atlántida y que los Sacerdotes del Pacto Cultural han utilizado universalmente;
con ese método los Sacerdotes brahmanes impusieron el hinduísmo y los
sacerdotes budistas, previa deformación de la doctrina del Kshatriya Sidhartha,
crearon el monacato budista tibetano, chino, indio y japonés. Ese método
determina que se debe comenzar por una etapa de anarcomisticismo social,
caracterizada por la proliferación de iluminados, ermitaños, y Santos: esta fase
tiene el objetivo de fomentar la creencia de que la futura institución monacal es
un producto espontáneo del pueblo, que nace y se nutre del pueblo. De este
modo los pueblos aceptarán naturalmente la existencia y obra de los
monasterios, y, lo que es más importante, también lo aceptarán los Reyes y
gobernantes. Y ese método infalible es aplicable en cualquier pueblo y con el
concurso de cualquier religión.
En el marco del judeocristianismo, ya en el siglo I comienza a aplicarse el
método y así surgen en Medio Oriente multitud de ascetas y Santos que se
retiran a los desiertos y las montañas para vivir en soledad. Durante los siglos II y
III crece tanto la población de anacoretas que muchos deciden juntarse bajo el
mando de un Santo superior y el orden de alguna regla: se constituyen entonces
las comunidades de cenobitas; no obstante, la comunidad de los cenobitas no
alcanza aún el grado de unión requerido para el modo de vida monacal pues
cada miembro continúa con la vida ermitaña y sólo se reúnen para orar y
alimentarse. Y junto a los anacoretas y los cenobitas, vagan por todas partes los
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