Page 96 - El Misterio de Belicena Villca
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siglos de la Era cristiana no son muchos los Golen que se mueven libremente por
                 Europa: en el siglo IV, cuando se castiga con la pena de muerte la práctica de los
                 Cultos paganos, ya no parece haber Golen en las regiones romano cristianas. De
                 hecho, para entonces las Galias e Hibernia están totalmente romanizadas y, en
                 las regiones que aún se practica el  paganismo, los misioneros católicos
                 derrumban los templos paganos, a veces árboles centenarios, y ponen en fuga a
                 los Golen. Invariablemente, estos parten hacia Gran Bretaña e Irlanda.
                        La llegada de los bárbaros en el siglo V no les brinda una oportunidad de
                 reimplantar su poder pues estos pueblos son cristianos arrianos y de Raza
                 germánica, tradicionalmente enemistada  con los celtas que los consideran
                 también barbarii. Así, en el Reino visigodo de España, los Señores de Tharsis
                 recogerán entonces la impresión de que, al fin, los Golen han desaparecido de la
                 Tierra. Empero, estaba por ocurrir todo lo contrario, pues en poco tiempo los
                 Golen protagonizarían el regreso más  espectacular. Sí, porque los Golen no
                 retornaban a Europa para cumplir su antiguo rol de Sacerdotes paganos del Dios
                 Uno, para cumplir la misión de unificar los  Cultos en el Sacrificio ritual: ahora
                 corrían otros tiempos; de aquella misión se ocuparían directamente los miembros
                 del Pueblo Elegido, quienes ofrendarían a El Uno  el Sacrificio de toda la
                 Humanidad Gentil o Goim. La Fraternidad Blanca había encargado a los Golen,
                 en cambio, el desempeño de una función superior, una ocupación que
                 favorecería como nunca la unificación de la humanidad. Por eso ellos no volvían
                 esta vez como Sacerdotes paganos sino como “Cristianos”; y no sólo como
                 “Cristianos” sino como  “católicos romanos”; y no sólo como católicos sino
                 como “monjes misioneros” de la Iglesia Católica; y luego serían considerados
                 “constructores sabios” de la Iglesia, título absurdo cuya mención iba a arrancar
                 risas irónicas a los Hombres de Piedra.
                        Es ésta una larga historia que aquí sólo puedo resumir, y que tiene su
                 principio en los planes  de la Fraternidad Blanca.  Los Dioses Traidores, para
                 cumplir sus pactos con el Dios Creador  y las Potencias de la Materia, debían
                 favorecer el Control del Mundo por parte  del Pueblo Elegido. Para ello sería
                 necesario afianzar definitivamente el modo de vida  materialista fundado en el
                 Pacto Cultural, vale decir,  sería necesario afianzar el Culto en las sociedades
                 germano romanas recientemente formadas en Europa. Y la mejor manera de
                 afianzar el Culto, tal como se desprende de lo que expuse en el Tercer Día, es
                 formalizarlo y plasmar esa forma en las masas; centrar a la sociedad en torno a
                 la forma del Culto. ¿Dónde comienza la forma de un Culto, cuál es el extremo
                 más visible para las masas? Evidentemente, el Culto comienza por el Templo, lo
                 que primero aparece al creyente. En verdad, lo más importante del Culto es el
                 Ritual; pero todo sitio donde se practica el Ritual es un Templo pues el Templo
                 es el Espacio Sagrado donde se puede realizar el Ritual: la prioridad aparente
                 del Templo surge de que, efectivamente, puede existir un Templo, es decir, un
                 Espacio Sagrado o Centro de  Manifestación metafísica,  sin que haya Ritual,
                 pero es inconcebible que pueda ejecutarse un Ritual fuera de un Espacio
                 Sagrado o Templo. El plan de la Fraternidad Blanca para afianzar el Culto
                 comenzaba, pues, por la implantación masiva de Templos y por la evolución de la
                 forma de los Templos en concordancia con los objetivos del Ritual.
                        Pero esos planes apuntaban a un objetivo final mucho más complejo: la
                 instauración de un Gobierno Mundial en manos del Pueblo Elegido. La
                 Fraternidad Blanca crearía las condiciones culturales adecuadas para que una

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