Page 109 - El Misterio de Belicena Villca
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monasterio y da principio a la Concentración del Conocimiento: se reúnen allí los
                 principales libros y manuscritos que la Orden poseía en distintos monasterios y
                 se constituye una Elite Golen dedicada a la copia de documentos y al estudio de
                 la “Arquitectura Sagrada”. Desde luego, la Elite Golen, denominada internamente
                 “monjes clérigos”, habría de ocuparse con exclusividad de su tarea y tendría que
                 abandonar la tradicional norma benedictina de compartir los trabajos de
                 mantenimiento del monasterio y la producción de alimentos: en este sentido, se
                 reforma la Regla benedictina y se crea la institución de los “monjes laicos” para
                 desempeñar la honrosa función de mantener a los Golen. Durante el mandato de
                 su segundo abad, San Odón,  ya comienzan a verse los frutos de la reforma:
                 primero se difunde la fama sobre el ascetismo y la perfección alcanzada por la
                 reforma cluniacense, lo que atrae la curiosidad de otros monasterios y causa la
                 admiración del pueblo; luego se envían grupos de monjes especialmente
                 entrenados a los monasterios que lo requieren, para iniciarlos en la reforma: a los
                 miembros del pueblo se los selecciona cuidadosamente para incorporarlos a la
                 Elite de los monjes clérigos o encargarlos de las tareas propias de los monjes
                 laicos; después se inauguran monasterios sometidos a la jurisdicción de Cluny, a
                 los que se extienden sus derechos de autonomía e independencia. En ese punto,
                 Cluny era una Congregación por derecho propio. Y quien más entusiastamente
                 apoya a San Odón con una bula en el año 932 es el Papa benedictino Juan XI,
                 hijo bastardo del Papa Sergio III y de Marozia de Teodora, célebre asesina de la
                 Epoca.
                        Tras ciento cincuenta años de actividad, la Congregación de Cluny cuenta
                 con dos mil monasterios distribuidos principalmente en Francia, Alemania e Italia,
                 pero también en España, Inglaterra, Polonia, etc.; sin incluir los restantes miles
                 de monasterios benedictinos que han adoptado la reforma cluniacense pero que
                 no dependen del Abad de Cluny. A mediados del siglo XI la Orden ha conseguido
                 transformar eficazmente la Cultura europea: bajo el manto intelectual de los
                 benedictinos de Cluny se han formado los gremios de masones operativos que
                 demostraron su pericia en el arte de la construcción “románico” y que ya están
                 listos para lanzar la revolución del “gáulico”, mal llamado gótico; atrás de ese
                 movimiento, naturalmente, está el Colegio Secreto de Constructores de Templos.
                 Pero también se ha logrado plantar en el corazón de los señores feudales la
                 semilla del sentimentalismo, del arrepentimiento y de la piedad cristiana: los
                 “pecados” pesan cada vez más en el Alma del Caballero y requieren el alivio de
                 la confesión sacerdotal; se acepta morigerar la conducta guerrera mediante la
                 “paz de Dios” y la “tregua de Dios”, determinadas por los Sacerdotes; se moraliza
                 a los guerreros germanos con los principios judaicos de la Ley de Dios, del Temor
                 a la Justicia de Dios, etc. Como resultado de esto surge una clase especial de
                 Nobles y Caballeros que, sin perder su valor y audacia, pero respetuosos de Dios
                 y de sus representantes, están condicionados para arrojarse ciegamente a
                 cualquier aventura que les señale la Iglesia.
                        Los planes de la Fraternidad Blanca se van cumpliendo en todas sus
                 partes. En el año 1000, luego de haber atemorizado a Europa con la “proximidad
                 del Juicio Final”, los Golen avanzan un gran paso al exponer al Emperador
                 alemán su proyecto de reconstrucción  del Imperio Romano de Occidente con
                 capital en Roma y conseguir que éste acepte desplazar la capital del Imperio de
                 su base alemana: aunque tal proyecto no se concretaría, la idea ya estaba
                 lanzada e influiría durante doscientos cincuenta años en los objetivos imperiales

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