Page 144 - El Misterio de Belicena Villca
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oportunidad de partir, hasta que los futuros Hombres de Piedra viesen reflejada
                 en la Piedra de Venus la Señal Lítica  de K'Taagar. Para ello, los Señores de
                 Tharsis establecieron que una Guardia debía permanecer perpetuamente junto a
                 la Espada Sabia, lo que no siempre fue posible debido a que sólo algunos
                 Iniciados eran capaces de ingresar en la Caverna Secreta. Como recordará Dr.,
                 la entrada secreta estaba sellada por las Vrunas de Navután desde la Epoca de
                 los Atlantes blancos y resultaba imposible localizarla a todo aquel que no fuese
                 un Iniciado Hiperbóreo: las  Vrunas eran Signos Increados y sólo podían ser
                 percibidas y comprendidas por quienes dispusiesen de la Sabiduría del Espíritu
                 Increado, es decir, por los Iniciados en el Misterio de la Sangre Pura, por los
                 Hombres de Piedra, por los Guerreros Sabios. Sin embargo, salvo algunos cortos
                 y oscuros períodos, la Casa de Tharsis nunca dejó de producir Iniciados aptos
                 para ejercer la Guardia de la Espada Sabia.
                        Pero ya no eran tan numerosos como en los tiempos de Tartessos, cuando
                 el Culto del Fuego Frío se practicaba a la Luz de la Luna y existía un Colegio de
                 Hierofantes; en los siglos siguientes, hubo que ocultar la Verdad del Fuego Frío a
                 los romanos, visigodos, árabes, y católicos, reduciéndose la celebración del Culto
                 al ámbito estrictamente familiar: inclusive, dentro de aquel ámbito familiar
                 reservado, se debía convocar sólo  a quienes demostraban una conveniente
                 predisposición gnóstica para afrontar la Prueba del Fuego Frío, que en nada
                 había cambiado y seguía siendo tan terrorífica y mortal como antes. Salvo esos
                 períodos que mencioné, durante los que no hubo ningún miembro de la Casa de
                 Tharsis capaz de ingresar en la Caverna Secreta, lo normal era la formación
                 mínima de dos Iniciados por siglo, en las peores Epocas, y de cinco o seis en las
                 más prolíferas.
                        Si el Iniciado era una Dama de Tharsis, se le daba el título de “Vraya”, en
                 recuerdo de las Guardianas iberas. Si  se trataba de un Caballero, se lo
                 denominaba Noyo, que había sido el nombre, según los Atlantes blancos, de los
                 Pontífices Hiperbóreos que en la Atlántida custodiaban el  Ark, vale decir, la
                 Piedra Basal, de la Escalera Infinita  que Ellos sabían construir y que conducía
                 hacia el Origen. Es obvio que, para cumplir con el juramento de los Hombres de
                 Piedra, los Noyos y las Vrayas tenían que convertirse en ermitaños, es decir,
                 tenían que alojarse en la Caverna Secreta y permanecer todo el tiempo posible
                 junto a la Espada Sabia: y nadie podría servirles porque nadie, más que ellos,
                 podía entrar en su morada. Pero aquella soledad carecía de importancia para los
                 Iniciados: la renuncia y el sacrificio que exigía la función de Guardián de la
                 Espada Sabia era considerado un Alto Honor por los Señores de Tharsis.





















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