Page 204 - El Misterio de Belicena Villca
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Aragón: sería el paso previo para que un Rey de la Iglesia fuese elevado al
trono de un Gobierno Mundial, apoyado por la Sinarquía Financiera
Templaria, y preparase los medios para instaurar la Sinarquía Universal.
En ese plan, evidentemente, los Golen subestiman a Pedro III. En verdad,
todos se equivocan con el aragonés pues ignoran la fuerza espiritual que ha
desarrollado por influencia de Juan de Prócida y los Domini Canis. Mas éste
pronto da muestras de poseer un valor a toda prueba; una intrepidez sin límites;
una lealtad inquebrantable hacia los principios de la Sabiduría Hiperbórea, esto
es, a la herencia de la Sangre Pura de su Estirpe, que le concede el derecho
divino de reinar sin pedirle cuenta a nadie más que a Sí Mismo; y un monolítico
sentido del Honor, que le dicta su Espíritu, y que lo impulsa a luchar hasta la
muerte por su ideal, sin claudicar jamás. Formidable enemigo es el que han
desafiado esta vez los Golen.
La puñalada por la espalda significaba comprometer al Reino de Aragón
en una guerra con Francia, lo que Pedro III justamente procuraba evitar. Creen los
Golen que la presencia de Pedro III en Aragón dejará la plaza de Sicilia libre a
Carlos de Anjou para consumar una nueva ocupación. Pero la isla, protegida por
la armada catalana, se ha convertido en una Fortaleza inexpugnable: Pedro III se
retira tranquilamente a Aragón en 1283 dejando la defensa en manos del
temerario y afortunado almirante Roger de Lauría. Carlos de Anjou posee la
segunda flota importante del Mediterráneo, financiada por la Orden cisterciense
de Provenza, por el Reino de Nápoles, y por el Papa, pero no acierta a plantear
una táctica coherente para enfrentar a Roger de Lauría, quien en sucesivos
choques la irá destrozando inexorablemente. Luego de hundir algunas naves y
capturar otras, se apodera de las islas de Malta, Gozo y Lípari; después se dirige
a Nápoles y tiende una celada a los franceses mostrando sólo una parte de su
escuadra. Carlos de Anjou está ausente y su hijo, Carlos el Cojo, Príncipe de
Salerno, decide responder al desafío pensando en una fácil victoria: se lanza
entonces en persecución de los catalanes con todas las galeras disponibles,
chocando a poco con el resto de la armada enemiga. Fue aquélla la más
importante batalla naval de la Epoca, en la que Roger de Lauría echó a pique
gran número de galeras francesas, capturó otras tantas, y sólo muy pocas
lograron escapar. Esta suerte no tuvo la nave capitana, que fue capturada por
Roger en persona y en la que se encontraban Carlos el Cojo, Jacobo de Brusón,
Guillermo Stendaro, y otros valerosos Caballeros provenzales e italianos. El hijo
de Carlos de Anjou es llevado prisionero a Sicilia, donde todos reclaman su
ejecución en venganza por la muerte de Conradino; sin embargo, ¡Oh misterio de
la nobleza espiritual hiperbórea!, es la Reina Constanza quien lo salva y manda
que lo confinen en Barcelona.
Días después de la derrota de su hijo llega Carlos de Anjou a Gaeta mas
no se atreve a atacar a los españoles; esa indecisión es aprovechada por Roger
para asolar la guarnición de Calabria y hacerse de varias plazas continentales; en
corto tiempo Sicilia dispone de un Gobernador en Calabria que amenaza, ahora
por tierra, el dominio francés de Nápoles. Mas, cuando Carlos se decide enviar el
resto de su armada a las costas de Provenza, para apoyar el avance del Rey de
Francia, sus naves son tomadas entre dos fuegos frente a Saint Pol y derrotadas
completamente por Roger de Lauría: ese desastre, que costó siete mil vidas
francesas, representó el fin del poderío naval napolitano de Carlos de Anjou.
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