Page 339 - El Misterio de Belicena Villca
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capaz de adorar al Gran Arquitecto del Universo
y servirle en su Gran Obra.
Vosotros no poseéis totalmente estas virtudes.
Sin embargo ¡Sois afortunados, Kassitas!
Aunque equivocados en vuestro propósito
el haber sabido llegar hasta aquí os favorece
y es por ello que os haremos una oferta
por esta única vez, ahora y para siempre:
os ofrecemos servir, junto a Nosotros,
a El Uno, Señor del Gran Aliento,
Creador de la Tierra, del Cielo y de las Estrellas,
de incontables Mundos semejantes a éste,
y de otros lokas tan extraños y sutiles
que resultan inconcebibles para cualquier mortal.
Sois valientes y puros, Kassitas,
pero habéis sido engañados por el Demonio Kus
quien os mostró un Paraíso inexistente.
Debéis abandonarlo, y aceptar el Plan de El Uno.
Os ofrecemos ahora pasar las pruebas
y servir al Dios Uno a Nuestro lado.
Pensadlo bien Kassitas,
habéis matado a dos de nuestros Hiwa Anakim
los Sagrados Guardianes del Umbral
y eso es grave falta por la cual deberéis purgar.
Sin embargo aún os ofrecemos servir,
en las filas de la Fraternidad, al único Dios.
Si os decidís ahora, si aceptáis el trato,
debéis dejar las armas en el Umbral
y despojaros de toda intención agresora,
y de los signos malditos que portáis.
¡Hacedlo pronto Kassitas!
porque es oportunidad única la que os damos.
Hacedlo y podréis atravesar sin peligros
el pasillo que está ante vosotros.
Pero tened presente que debéis cruzarlo
con el arrepentimiento en el Alma
porque enseguida arribaréis a un lugar Muy Santo
llamado “El Templo de la Sapiencia”,
adonde seréis Iniciados en los Misterios de El Uno.
Se miraron vacilantes Nimrod y Ninurta; esperaban hallar enemigos
formados para el combate pero allí sólo había estúpida magia. Los estandartes,
con las palabras que se han visto, habían atraído misteriosamente la atención de
los Kassitas. Entre los guerreros, algunos no sabían leer, pero, extrañamente, el
mensaje llegaba igual a sus mentes. Y, aunque no entendían muchos de los
conceptos empleados, sabían perfectamente que se intentaba comprarlos, toda
vez que se les proponía una oferta; sobornarlos para que abandonasen la lucha
y se rindiesen sin presentar batalla. ¿Los Kassitas derrotados, desarmados con
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