Page 343 - El Misterio de Belicena Villca
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su “magia”, atribuyendo a ésta la culpa de sus involuntarios viajes, al tener
                 noticias de la suerte corrida por Borsippa, agradecieron a su Dios Yah por
                 haberlos salvado. Muchos despertaron en Nínive o en Assur, pero otros fueron a
                 parar a sitios tan lejanos como  Ishbak,  Peleg,  Serug,  Tadmor o  Sinear. De
                 hecho, muchas familias tardaron años en reunirse, separadas por distancias de
                 doscientas o trescientas millas, lo que contribuyó a difundir, de manera
                 distorsionada, la hazaña de  Nimrod en el Oriente Medio. A todo esto, en
                 Borsippa, un arquero se asomó por la negra abertura del cielo y gritó:
                        –¡Guerreros, al ataque! ¡Nimrod vence!


                        Este llamado era anhelado por el pueblo Kassita y causó que, un instante
                 después, miles de guerreros se lanzaran al asalto del Cielo.


                 Quincuagesimocuarto Día


                        Cuando Nimrod y Ninurta se convencieron de que el rayo sónico OM no
                 podía contra ellos se aprestaron a invadir el Umbral. El pasillo era lo
                 suficientemente ancho como para que pudiesen avanzar de a cinco a la par, cosa
                 que hicieron a la carrera. Al frente iba  la espectral figura de la Princesa Isa,
                 seguida por Nimrod, Ninurta y el resto de los arqueros, menos una docena que
                 quedaron de guardia a la entrada. Aquella caverna, construida con el fin de
                 atemorizar a los aspirantes a servir al Demiurgo, tenía las paredes cubiertas de
                 bajos relieves monstruosos y leyendas  misteriosas e impías. También existían
                 puertas laterales que daban a ciertas “cámaras” en donde la Demonia Dolma
                 suele presentarse en su lasciva desnudez, rodeada de una corte de Sacerdotisas
                 prostitutas. Ella es la encargada de “guiar”, y “hechizar” a los adeptos que ignoran
                 los peligros de la magia sexual.
                        Estas y otras muchas trampas alucinantes, destinadas a confundir y
                 someter la voluntad de los ingenuos aspirantes que suelen aventurarse a
                 atravesar el Umbral, se hallaban montadas, acechantes, en toda la interminable
                 longitud del siniestro pasillo. Pero ninguno de tales trucos podía detener a los que
                 estaban más allá de los sentidos; a los que sólo oían la Voz de la Sangre Pura; a
                 quienes su determinación los había llevado a luchar al Cielo.
                        La vanguardia Kassita llevaba recorrida una longitud de dos estadios
                 cuando el túnel concluyó abruptamente dando lugar a tres salas, una a
                 continuación de la otra, en cuyas entradas grandes inscripciones en varios
                 idiomas permitían saber que  se hallaban en el “Templo de la Ignorancia y del
                 Aprendizaje” o en el “Templo de la Fraternidad” o en el “Templo de la Sapiencia”.
                 La primera sala se hallaba vacía, salvo un altar con los odiados símbolos de Enlil.
                 La segunda poseía dos altares y dos enormes columnas de basalto a su entrada.
                 La tercera ostentaba un suntuoso altar con un ataúd y, grabados en paredes y
                 techos, los símbolos más obscenos y malditos que nadie podía concebir sin
                 perder la razón. Y en todas las salas había ricas alfombras y tapices cubriendo
                 pisos y paredes; y sahumerios aromáticos que impregnaban el espacio,
                 suavemente iluminado por varias lámparas de aceite. Las tres salas, tan
                 curiosamente decoradas, constituían  sin duda un espectáculo inusitado para
                 aquellos hombres aguerridos que minutos antes se encontraban en una humilde

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