Page 373 - El Misterio de Belicena Villca
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recorridos, aunque tendía a aumentar en variedad y perfección a medida que se
                 apoximaban a destino. Pero aquellas leyendas y señales eran evidentemente
                 posteriores a la construcciones megalíticas que se encontraban diseminadas a lo
                 largo del Camino de los Dioses: tales piedras exhibían el antiquísimo e
                 inconfundible Signo de las  Vrunas de Navután, de las  cuales las runas sólo
                 reflejan un simbolismo superficial.
                        Una semana antes de llegar al lago Titicaca, arribaron a un tambo donde
                 los esperaban ocho Amautas del Bonete Negro y un extraño personaje. Era éste
                 un anciano de cabellos grises y facciones de tipo europeo nórdico, cuyos ojos
                 celestes y piel clara confirmaban su pertenencia a la Raza Blanca. Como los dos
                 primeros Amautas que conocieran los Señores de Tharsis, el anciano blanco y
                 sus acompañantes sólo querían ver la Piedra de Venus. Lito de Tharsis, que
                 interpretaba correctamente sus deseos, accedió pacientemente a ello,
                 desenvainando la Espada Sabia y quitando la cinta del arriaz. Una exclamación
                 de asombro y aprobación brotó de las nueve gargantas. Y recién entonces dieron
                 muestra de reparar en los Hombres de Piedra. Todos habían desmontado y se
                 hallaban atrás de Lito de Tharsis, admirados a su vez por la reacción de sus
                 anfitriones. El anciano, hablando el mismo dialecto germánico que los Amautas,
                 pero en forma mucho más clara, preguntó:
                        –¿Y la Princesa? ¿Habéis traído a la Princesa?
                        Semejante cuestión desconcertó a Lito, que se volvió para cruzar una
                 mirada con sus parientes. Descubrió así  los ojos de Violante de Tharsis,
                 irreconocible como Dama bajo el hábito domínico, y súbitamente lo comprendió
                 todo. Golpeándose la frente con la palma de la mano dijo sonriente:
                        –Sin dudas os referís a mi prima  Violante. Pero tenéis razón Noble
                 Anciano: ¡Ella es una Princesa de Tharsis! –Y acto seguido bajó la capucha y
                 dejó al descubierto el hermoso rostro de la Dama. Al verla el anciano, y los diez
                 Amautas, sonrieron a su vez y se golpearon la frente con la palma de la mano,
                 imitando el gesto de Lito de Tharsis.

















                 Ruinas de Ollantay Tambo

                        Se encuentran entre Machu Pichu y Cuzco, a una altura de 2750 metros.
                 (Arriba, un grabado del año 1877 muestra un aspecto general. Abajo, el interior
                 de las Ruinas).









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