Page 447 - El Misterio de Belicena Villca
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Norte, hasta Amaichá del Valle: desde allí se podría tomar la Ruta 307, que cruza
                 las Cumbres Calchaquíes por el Paso del Infiernillo y lleva directamente a Tafí del
                 Valle. En total, desde Santa María hasta Tafí del Valle, sólo tendría que recorrer
                 80 km. pero que serían agotadores por el estado de las Rutas y las sinuosas
                 alturas a que arribaban.
                        Corría a más de 100 km. por hora  aprovechando el buen camino hasta
                 Cafayate para ganar tiempo, pues luego la marcha sería lenta, a no más de 40
                 km/h.
                        Tenía unas horas para pensar y decidí aprovecharlas de inmediato.
                        El paisaje, el viento fresco, el silencio del Valle, todo contribuía para que
                 me sintiera laxo y tranquilo, predispuesto a meditar. Pero esta actitud era un tanto
                 anormal si se tiene en cuenta la cantidad de cosas que me habían sucedido
                 últimamente. La falta de preocupación evidenciaba un cambio muy grande en mi
                 interior, que se manifestaba también en una sensación de desapego por las
                 cosas del Mundo. Me sentía en paz porque no necesitaba nada. Estaba arruinado
                 materialmente, quizás en peligro de muerte, y esta revelación sólo me arrancaba
                 una sonrisa insensata.
                        Sí, había cambiado mucho. Y todo ese cambio se produjo entre el 7 de
                 Enero, fecha en que experimenté el rapto espiritual y creí morir, y
                 sincronísticamente se produjo el sismo que terminó con mis bienes.
                        ¡Cuántas cosas me habían sucedido! y parecía que esto no acabaría más
                 pues seguían sucediéndome cosas insólitas. Como el asunto de tío Kurt.
                        Fue sin duda una intuición. Cuando finalizaba la reunión con el Profesor
                 Ramirez y el sabio mencionó que casi todos los documentos sobre los Druidas
                 habían sido saqueados en Europa por las  , pensé para mis adentros –¿A quién
                 preguntarle sobre la Orden  Negra y su interés sobre los Druidas?– en ese
                 momento me vino a la mente el recuerdo de aquella noche en mi niñez. Ninguna
                 relación lógica que permita asociar ambas cosas. Nada racional. Si lo hubiese
                 pensado un minuto seguramente habría rechazado esta suposición por absurda.
                 Pero los recientes sucesos me hacían desconfiar de la “razón” y he aquí que,
                 cediendo a una corazonada, le pregunté a mi madre lo que había ocurrido esa
                 noche 33 años atrás. ¡Y allí estaba la clave! Inexplicablemente, irracionalmente,
                 había una relación; porque Yo quería saber sobre las  y mi tío, de quien no
                 conocía su existencia, había sido militar alemán. ¡Y de las  !
                        Renuncié a buscarle una explicación y me concentré en la noche del 21 de
                 Enero, cuando ocurrieron los fenómenos narrados. A partir de entonces, como ya
                 dije, me sentía renacido, y si pensaba en ello era sólo con el fin de analizar la
                 forma en que dos aconteceres de distinto orden, uno mi experiencia mística, otro
                 el movimiento telúrico, se ligaban. Porque para mí no cabían dudas que una
                 relación no causal, sincronística, existía entre ambos fenómenos. Que estaba en
                 un caso similar al del asesinato de Belicena, cuando el asesino, en un acto de
                 demencial orgullo, deja pruebas irrefutables de un Poder terrible.
                        El 21 de Enero, la Materia, exaltada hacia mí,  estalla en un sismo de
                 singular violencia sincrónicamente con  una experiencia mística en que ambos
                 aconteceres se confunden alucinantemente, dando la sensación de estar
                 vinculados causalmente. Si yo así lo creyera, me sentiría tentado a pensar que mi
                 propia psiquis desató los “fenómenos sísmicos” y esa sería la derrota moral de mi
                 Espíritu.


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