Page 448 - El Misterio de Belicena Villca
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Esto es justamente lo que Alguien, el Autor del sismo, deseaba que yo
creyera para, de esa suerte, perderme. Y esta celada colosal, es otra
demostración de infernal orgullo y arrogancia.
La tentación de “dominar los fenómenos” es uno de los errores primarios
en que caen los que buscan abrirse paso en el sendero del Espíritu. Los únicos
fenómenos que realmente importan para una elevación espiritual son los que
ocurren personal y cualitativamente, no transferibles ni comunicables. Los
fenómenos concretos, de percepción colectiva, llevan el sello de lo cuantitativo y
material; es dudoso, por otra parte, que puedan producirse por un acto de
voluntad.
Sobre esto, la gente no especializada es víctima de una información
intencionalmente confusa. Pero Yo, en mi calidad de Médico Psiquiatra, estaba
familiarizado con toda clase de actos fenoménicos derivados de patologías
psicológicas o de crisis histéricas. En los Hospitales Neuropsiquiátricos es
común, pero obviamente poco publicitada, la manifestación de fenómenos de
este tipo. Pueden observarse, en ciertos casos, fenómenos parapsicológicos
acaecidos en relación con uno o varios enfermos. Estos fenómenos, muy
atractivos para el profano, no cuentan con una adecuada fundamentación
científica y ese hecho es la principal razón de su ocultamiento. Suelen ser de muy
distinta tipología: elevación de un objeto en el espacio sin una fuerza evidente
que lo sustente (levitación), desplazamiento de objetos (telekinesis), aumento
del brillo de los objetos en la celda del enfermo o viraje en el tono de los colores
(cromación), aparición de objetos desconocidos o desaparición de otros (aporte
de materia), etc.
Demás está decir que todos estos fenómenos son suceptibles de
verificación colectiva cuando se presentan, pero completamente irreproducibles
en condiciones de estudio o laboratorio. Esto se debe principalmente a que los
“responsables” de semejantes fenómenos están locos de remate y generalmente
son inconscientes de las alteraciones que producen.
Lo que torna incomprensibles a tales fenómenos, es su aparente
contradicción a las leyes naturales, pero suele admitirse en medios académicos y
científicos que una mejor “comprensión de la naturaleza” (esto es: un mayor
progreso de la Ciencia) traerá, justamente, la solución a estos interrogantes. Se
confía entonces en que “la Ciencia” dará las soluciones a las contradicciones de
“la Ciencia”, proposición que es lógicamente inconsistente y suena cuando
menos ridícula.
El meollo está en que fenómenos tales como la mencionada telekinesis,
presentan fallas a la ley de causalidad. Esta ley dice que “a todo efecto
(fenómeno) le corresponde una causa que lo origina”. En la telekinesis por
ejemplo el objeto se mueve como si actuara una “fuerza de acción a distancia”
(del tipo de la gravedad o el magnetismo) sin que, hasta hoy, se haya
comprobado la acción de alguna fuerza. Es decir, “se mueve como si actuara”
una fuerza, pero no actúa ninguna fuerza. Se dice entonces que “falla la ley de
causalidad” porque el efecto no tiene causa que lo origine y, consecuentemente,
se niega la existencia del efecto (fenómeno) para “salvar” la ley de causalidad.
Lo más acertado sería aceptar que se desconoce el vínculo (la ley) que
une causa (el enfermo) y efecto (el objeto desplazado).
En la Psicología Analítica, desarrollada por C. G. Jung, se ha ensayado
una teoría muy atractiva para salvar estas dificultades y las que surgen del caso
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