Page 453 - El Misterio de Belicena Villca
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parabólica (y=x2), en espiral (ρ=αθ), en ciclos (y=sen x), uniforme (y=x),
exponencial (y=ex), etc., procurando forzar a la Historia para que se ajuste y
corresponda a la forma de tales funciones, “confirmando” de ese modo la teoría o
dogma oficial de la secta sinárquica.
La utilización de la Geometría Analítica en la interpretación religiosa de la
Historia no debe sorprender: “Dios geometriza” afirman algunos notorios
sinarcas; “Dios es el Gran Arquitecto del Universo” sostienen otros; pero, en
general, todos sostienen que la intención del Dios Uno es que el hombre, y la
Materia, el Mundo, Todo, evolucione. Esta es una de las claves del racionalismo
subyacente en las mentadas “Doctrinas Ocultas”. Porque evolucionar significa
devenir en la Historia de acuerdo a una cierta ley. “Es la ley de evolución la
que imprime al progreso humano una trayectoria geométrica” postula la
Sinarquía. Pero, siendo así, ¿cuál es el beneficio esotérico que obtiene la
Sinarquía al imponer culturalmente el evolucionismo, inclusive esotérico, en
cualquiera de sus variantes geométricas? Muy sencillo: si todo el mundo cree que
el hombre evoluciona, que la Sociedad evoluciona, que el Universo evoluciona,
que el progreso responde a una ley, aceptará sin chistar que el futuro está
determinado por la ley de evolución . Esto implica que, en bien de un futuro
mejor, se pueden ejercer ciertos controles en el presente. Es decir: “dejemos
que quienes conocen la ley, controlen hoy la Sociedad, para tener mañana
un futuro mejor”. Vana utopía; ¿quién conoce la ley sino los Maestros de
Sabiduría de la Fraternidad Blanca, además de los Sabios de Sión?
Ahora se hace todo claro; el fin de la Sinarquía es el Control del Mundo y,
naturalmente, prepara sus cuadros dirigentes con una infraestructura de
adoctrinamiento bien montada, mientras la humanidad, convenientemente
desinformada, espera los “Hombres del Destino” que controlen los resortes del
poder y “planifiquen” para el futuro. Esta es la realidad que palpita atrás de una
Escuela Exotérica y que los incautos, fanatizados y deslumbrados por el
sincretismo tan vistoso como hueco y racionalista, no pueden advertir.
Por otra parte, cabe advertir que los sincretismos se concretan cuando los
hombres han perdido la capacidad de percibir el Mito en toda su pureza
simbólica. Esta pérdida es una grave lesión en la capacidad del pensar metafísico
y de la percepción metafísica, análogo, si se quiere, a una pérdida de la visión o
ceguera. Por analogía se habla de Edad Oscura o Era de Tinieblas: perder la
visión, no ver, es lo mismo que “ver” todo negro.
Existen textos sobre Doctrina ocultista que parecen poseer buena
fundamentación filosófica y científica: pero también existen falsificaciones de los
cuadros de Leonardo Da Vinci, tan perfectas que resisten el examen de
prestigiosos peritos. Y es lógico, tanto en uno como en otro caso, la calidad del
fraude depende de la habilidad del falsificador. En el caso esotérico, por
desgracia, los falsificadores han alcanzado un alto grado de destreza: los hay
muy bien “preparados” para su misión, dueños de una gran “Cultura general”.
Tomemos, por ejemplo, escritos “esotéricos” de autores “sabios” y “eruditos” tales
como H. P. Blavatski, Rudolph Steiner, René Guenon, Max Heindel, etc., y
comparemos el fárrago de teosofismo que sustenta cualquiera de ellos con la
elemental sencillez de los símbolos metafísicos de la Sabiduría Antigua; ¿qué
surge en esta comparación? Que no podemos leer un símbolo (ver su verdad) y
sí podemos leer un libro sobre el símbolo, que no nos revelará el sentido del
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