Page 468 - El Misterio de Belicena Villca
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En un momento dado pensé acudir al  Profesor Ramirez, pero luego me
                 avergoncé de esta idea egoísta que podía poner en peligro la vida y la mente de
                 este hombre ejemplar entregado a sus cátedras y a su familia.

                        Estaba contrariado desde entonces pues sentía que empezaba a manejar
                 ideas demasiado “grandes”, demasiado inhumanas, que podrían perturbarme si
                 no las compartía. Y he aquí que de pronto resucita del pasado un hombre de mi
                 sangre a quien nunca soñé conocer. Un hombre solitario como Yo; de acción.
                 Un hombre jugado y de una edad en que no se teme por la vida pues la muerte
                 comienza a perfilarse como una realidad.
                        Sí –pensaba decidido– confiaría todo a tío Kurt.
                        Al principio charlamos de nimiedades pues ambos evitábamos contar
                 nuestros secretos; Yo no revelaba el motivo de mi visita y él callaba sobre el
                 brutal ataque de los dogos y  su cachiporrazo. Le hablé sobre mis estudios y
                 también de mis padres; él me explicó las técnicas para obtener un buen arrope
                 de tuna.
                        Así estuvimos ganándonos la confianza, hasta que un día, de los últimos
                 que guardé cama, le dije:
                        –Tío Kurt, desearía que me alcances el maletín que traje conmigo. Quedó
                 en el coche la noche que llegué.
                        Para mi sorpresa tío Kurt abrió una de la puertas del ropero y extrajo de un
                 compartimiento el maletín que, por lo visto, había estado todo el tiempo allí. Lo
                 abrí y extraje la carta de Belicena Villca y algunas notas que había tomado
                 cuando dialogué con el Profesor Ramírez.
                        –Voy a explicarte el motivo de mi visita, –dije tratando de transmitir la
                 importancia que me merecía el asunto–. Es una historia fantástica e increíble y
                 pienso seriamente que sólo a ti me atrevo a contarla sin reservas ni temor.
                        Tío Kurt arqueó las cejas, vivamente interesado en algo que, al menos
                 para mí, parecía de extrema gravedad. Mis palabras y tono que usé, crearon el
                 clima apropiado para ello.
                        Eran las tres de la tarde de un día cualquiera, ambos habíamos almorzado
                 y la serena tranquilidad que reinaba en esa perdida finca invitaba al diálogo y la
                 confidencia. Teníamos todo el tiempo del mundo a nuestra disposición para
                 aprovecharlo como nos viniera en gana.
                        Comencé a narrar los sucesos conocidos y, si alguna duda albergaba
                 sobre la credibilidad que tío Kurt daría a ello, ésta pronto se disipó. Visiblemente
                 alterado por algunos pasajes y ganado por la impaciencia en otros, me
                 interrumpía constantemente para pedir  detalles y, luego que obtenía lo que
                 deseaba, me alentaba a continuar en un tono autoritario que le desconocía.
                        El caso de Belicena Villca había capturado completamente su interés pero,
                 al enterarse de la existencia de la carta, pareció enloquecer. La extraje en ese
                 momento del maletín y tuve que hacer  un esfuerzo para evitar que me la
                 arrebatara de las manos: era mi intención permitir que la leyera, mas no en ese
                 momento sino luego, cuando Yo hubiera terminado de relatar lo acontecido. Se la
                 mostré, pues, y continué con la narración sin perturbarme por la ansiedad de mi
                 tío, a quien le costaba un gran esfuerzo, evidentemente, aguardar para leerla.
                 Expliqué, en líneas generales, el objetivo de aquella póstuma misiva, sin entrar
                 en detalles sobre la increíble historia de la Casa de Tharsis, mencionando sólo la
                 persecución milenaria que habia sufrido por parte de los Golen-Druidas: hablé de

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