Page 491 - El Misterio de Belicena Villca
P. 491

–Esta es la joya de plata –decía Papá– con la imagen de Ophis-Lúcifer.
                 La conservé con el cordón original; toma, ahora deberás guardarla tú.
                        Era una revelación extraordinaria, –no pude evitar volverme un poco para
                 ver mejor– pues Papá nunca dio importancia al pequeño ídolo y Yo, que no
                 comprendía su significado, tampoco. Incluso hacía años que se había borrado de
                 mi mente.
                        ¡Y resultaba allí que Papá había simulado y restado importancia al asunto,
                 pero en realidad atribuía cierto valor desconocido al ídolo de plata! Y lo más
                 extraño era que lo hubiese traído oculto a Alemania, ofreciéndoselo en custodia a
                 Rudolph Hess. Esto para mí no tenía sentido.
                        Por otra parte hablaban del Signo como los árabes, ¿qué Signo? Años
                 después del secuestro, todavía me miraba en el espejo buscando al bendito
                 Signo que había llevado a aquellos desgraciados a la muerte; y jamás hallé nada
                 anormal. Tampoco sospeché que Papá creyera en la existencia de aquella señal
                 –¿o estigma?–.
                        En mi cabeza un torbellino de ideas giraban desordenadas, mientras
                 distraídamente veía a Rudolph Hess examinar la serpiente de plata.
                        De pronto, introduciendo la mano por el escote del rompevientos, extrajo
                 un cordón que le rodeaba el cuello. ¡Colgando del mismo había una serpiente de
                 plata, exactamente igual a la mía!
                        Rudolph Hess las había reunido en su mano para la contemplación de mi
                 Padre y, luego de unos minutos, se colocó la suya y guardó la otra en el bolsillo.
                 Instantes después ambos ingresaban al cálido livingroom sin hacer mención del
                 tema de su conversación precedente.
                        Esta actitud reservada me convenció de la inconveniencia de abordar de
                 algún modo el asunto, pues delataría el censurable espionaje cometido. No lo
                 pensé mucho: callaría hasta tanto no se me hablara directamente, pero me
                 prometí hacer lo imposible para obtener información sobre el misterioso Signo.


                        Eran las dos de la mañana y tío Kurt se paró con intención de marcharse a
                 su habitación. No le reprochaba esa actitud pues había estado hablando varias
                 horas, pero el relato despertó inquietudes e interrogantes en mi Espíritu,
                 tornándome impaciente y desconsiderado.
                        –Tío Kurt –dije– es tarde, lo  sé y sé también que mañana podremos
                 continuar la charla, pero de veras necesito que respondas a dos preguntas antes
                 de irte.
                        –Ja, Ja, Ja, Ja –rió con su terrible carcajada– eres igual que Yo a tu edad:
                 necesitas obtener respuestas para poder vivir. Es como una sed. Te comprendo
                 neffe ¿qué quieres saber?
                        –Sólo dos cosas –dije–. Primero: ¿Hay posibilidad que ese Signo que los
                 árabes veían en ti, sea igual al que Belicena Villca vio en mí?
                        –Sin ninguna duda neffe –respondió–. El Signo significa muchas cosas,
                                                            18
                 pero también es una Sanguine Signum  y ambos tenemos la misma sangre. La
                 sangre no es factor determinante para la aparición del Signo pero sí es “condición
                 de calidad”; si aparece un signo en miembros de nuestra familia  es el mismo
                 signo.


                 18  Sanguine Signum: marca de sangre.
                                                         491
   486   487   488   489   490   491   492   493   494   495   496