Page 564 - El Misterio de Belicena Villca
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diversas formas, de allí mis dudas. Hay quienes sostienen que es Ud. un Gran
Santo, y otros, por el contrario, que hacen de Ud. un terrible Guerrero. –
Nuevamente, la interrogación se había pintado en su rostro–. Pero nosotros
sabemos que Ud. es lo último ¿No?
Existía un dejo de duda en la voz de Von Grossen que me molestó
sobremanera.
–¡En efecto, Kamerad Von Grossen! Según la Regla de la Orden Negra Yo
soy un Guerrero, un Guerrero Sabio. Ignoro qué apariencia suponía que debía
tener, pero no le quepan dudas que soy capaz de matar de la manera más
terrible. Y que mataré de ese modo al que intente frustrar mi misión.
–¡Bravo! –exclamó Von Grossen con evidente sinceridad– Lo repito: debe
Ud. disculpar mi sorpresa pero, tras tantos meses de espera, y oyendo las
historias más disparatadas de boca de los lamas, ya no sabía a ciencia cierta qué
clase de hombre esperaba. ¡Me alegro que sea Ud. un completo oficial , Von
Sübermann!
Karl Von Grossen y Heinz Schmidt, que no dijera una palabra ni la diría
más adelante pues era por demás de parco, nos habían alcanzado cinco km.
antes del Monasterio. En ese momento llegamos y fuimos invitados a pasar a una
confortable sala, donde ardía leña y guano en un hogar de piedra; afuera reinaba
una temperatura de diez grados bajo cero.
En realidad no estábamos en un simple monasterio de lamas, como había
supuesto, sino en una pequeña ciudadela rodeada de disuasiva muralla: tras los
muros existían tres edificios de muy diferente arquitectura. El más imponente, era
al Palacio del Dharma Rajá, donde residía en Invierno el Jefe espiritual de Bután.
El segundo en importancia se trataba de una antiquísima Pagoda, quizá la
construcción más vieja del conjunto. –Es un Templo tallado magníficamente en
una sola y colosal pieza de piedra –nos explicó Von Grossen cuando
atravesamos el patio exterior–. Data de los tiempos en que esta región estaba
dominada por los Sacerdotes Budistas de Manipur: el Templo se dedicaba al
Culto del Manú Vaivasvata, quien rige el presente mânvântâra o Manuantara, es
decir, el ciclo de existencia de una Humanidad de animales-hombres.
Posteriormente el País fue conquistado por una tribu lopa al mando de Iniciados
taoístas, quienes eran profundamente iconoclastas y odiaban a todos los
Sacerdotes, sin distinción de Culto. Ellos, naturalmente, clausuraron el templo
luego de pasar a cuchillo a sus últimos moradores. De no haber sido así, ahora
se veneraría aquí a Maitreya, la próxima reencarnación del Manú, quien no sería
otro que el Meshiah que esperan los judíos. Pero las Ordenes de Sacerdotes
budistas no han olvidado este lugar y permanentemente acechan, buscando la
oportunidad de reconquistarlo.
La tercer construcción, en la que nos hallábamos, era el Monasterio
propiamente dicho y consistía en un laberíntico edificio donde habitaban por igual
una numerosa comunidad de monjes y monjas tibetanas. Aquella composición de
Iniciados mixtos me sorprendió y así se lo hice saber a Von Grossen.
–Es que los actuales ocupantes constituyen una Sociedad Secreta que no
es ni hinduísta, ni budista, ni taoísta, sino que se halla “más allá” de tales
sistemas religiosos: y “más allá” no significa “por arriba” o “sobre”, sino fuera. Es
decir, que la Sabiduría que ellos poseen se halla fuera de los sistemas religiosos.
No sostienen, pues, un mero sincretismo sino una Sabiduría espiritual verdadera,
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