Page 565 - El Misterio de Belicena Villca
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posiblemente lo mismo que Uds. en la Orden Negra, y nosotros en el Instituto
Ahnenerbe, denominamos Sabiduría Hiperbórea. De hecho ellos adhieren
totalmente al Nacionalsocialismo, aunque no les interesa tanto la política como la
Filosofía de la y la presencia terrestre del Führer, a quien llaman “El Señor de
la Voluntad”.
Los cinco oficiales ocupábamos sillas en torno al extremo de una mesa
de notable longitud: un grupo minúsculo en un sitio donde cabían más de
cincuenta comensales. Von Grossen estaba sentado en el centro, de espaldas al
crepitante hogar. Los porteadores holitas descansaban en una cuadra cercana.
La conversación se interrumpió al hacer su entrada tres monjes ataviados con
negras túnicas de lana de yak. Llevaban la cabeza cubierta con una capucha
cosida a la misma túnica, lo que les ensombrecía la cara, aunque se podía
apreciar que los tres tenían el cabello largo y eran de Raza tibetana,
posiblemente lopas. Dos aparentaban ser muy jóvenes y fuertes, y eran de
distinto sexo: un yogui y una yoguini, Iniciados en Artes Marciales, que se movían
con gracia felina. El tercero, un anciano de edad indefinida, dirigió unas palabras
a Von Grossen en bodskad de Jam.
El Standartenführer se apresuró a presentarlo:
–Kameraden: frente a Uds. el Guru Visaraga, jefe de este Monasterio,
junto a sus dos principales sadhakas.
Saludaron con una inclinación de cabeza, a la que respondimos
absurdamente mediante la venia nazi.
–A pesar de ser los anfitriones –aclaró Von Grossen– solicitan permiso
para permanecer a nuestro lado. Les he contestado afirmativamente, pues son
gente de absoluta confianza. Prosigamos, entonces, tratando nuestros negocios.
Los monjes tomaron asiento y Von Grossen continuó tranquilamente
hablando en alemán. Y durante el tiempo que duró la conversación, pude
comprobar con desagrado que no me quitaban los ojos de encima, como si algo
en mi aspecto atrajese irresistiblemente su atención y los hubiese hipnotizado.
–Como les decía –explicó Von Grossen– estos monjes constituyen una
Sociedad Secreta conocida como “Círculo Kâula”. Su Sabiduría es el Kula, el
tantrismo “de la mano izquierda”, un sistema de yoga que permite trasmutar y
aprovechar la energía sexual, pero que requiere la participación física de la
mujer. De allí la población mixta que a Ud. le ha sorprendido, Von Sübermann.
Los kâulikas son temidos en el Tíbet pues se los considera “Magos Negros”, pero
a mi modo de ver lo único negro que tienen es la túnica. Bromas aparte, es
evidente que tal calificación procede de sus más enconados enemigos, los
miembros de la Fraternidad Blanca, una misteriosa organización que está atrás
del Budismo y de otras religiones, y que es muy poderosa en estas regiones: es
por oposición y contraste a la “blanca” Fraternidad que los kâulikas son
llamados “negros”, ya que ellos son ascetas de elevada moral. Todos los
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hombres y mujeres que Ud. ha visto aquí son sadhakas vamacharis .
Los Iniciados e Iniciadas en el Camino del Kula realizan periódicamente un
Ritual denominado “de los Cinco Desafíos”, en el que practican “cinco actos
prohibidos a los Maestros de la Kâlachakra”, lo que explica por qué son odiados
por los Gurúes de Shambalá. Vulgarmente, el Ritual secreto es conocido también
como “Pankamakâra” o “de las cinco M”, porque con esa letra comienzan los
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Vamacharis : Mago kâulika o Iniciado de la Mano Izquierda.
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