Page 646 - El Misterio de Belicena Villca
P. 646
–Pasen por favor, Señores –ordenó.
Los cinco ingresamos a una cómoda sala de espera.
–Tomen asiento, que enseguida serán atendidos –pidió, y salió por una
puerta panel, no sin antes echar una mirada de desconfianza a Bangi, Srivirya y
al perro daiva.
Una hora tuvimos que esperar, hasta que al fin regresó el Secretario y nos
condujo a la oficina del Cónsul. Era éste un diplomático de carrera oriundo de
Colonia, enviado a Shanghai seguramente para aprovechar su conocimiento
natal del francés, y el inglés universitario. Impecablemente vestido con traje
negro, no representaba más de 40 años de edad y aparentaba estar tranquilo.
–Disculpen la demora, pero he debido llamar a Nanking. No se imaginan
de qué manera ha protestado el Embajador, Barón Heinrich Von Baden, por lo
que considera una intromisión de la R.S.H.A. en el Ministerio del Exterior: no
acepta excusas por no haber sido informado sobre esa misión secreta “Clave
Primera”.
–Pero es que la operación no debía desarrollarse en la China sino en el
Tíbet –interrumpió Von Grossen–. Aquí hemos llegado huyendo.
–No se preocupe, Standartenführer: Von Baden siempre protesta –lo
calmó el Cónsul sonriendo–. Déjeme terminar. Fue consultado el agregado
militar, quien confirmó que sus nombres y grados figuran en el listado cifrado de
la . De lo que no conocía una palabra, por supuesto, era de la Operación Clave
Primera. Por lo tanto, se ha enviado una solicitud de informes a Alemania y se
está a la espera de la respuesta. Apenas llegue el cable la situación de Uds.
quedará resuelta.
–¿Y eso cuánto puede demorar? –pregunté irracionalmente.
–¿Cómo saberlo? Si es cierto que son quienes dicen ser, comprenderán
que Berlín puede responder en una hora, en un día, o no contestar y hacer algo.
Tratándose de la R.S.H.A. nadie puede anticipar su reacción. Y tengan presente
que no estoy efectuando una crítica pues Yo también soy de la –se atajó–.
Sturmbannführer honorario : obtuve ese grado en 1936, gracias a la gestión
del actual ministro del Exterior, Joachim Von Ribbentrop.
–¡Muy bien! –aprobó Von Grossen.
–Sí. Soy de la y por eso les aconsejaré lo que harán desde ahora. Si
permanecen aquí me veré en la obligación de ponerlos bajo custodia, cosa que
para Uds. sería muy molesto. En cambio los haré conducir a un Hotel que se
encuentra a cuatrocientos metros, donde estarán cómodos hasta que lleguen
noticias de Alemania o de Nanking. Al Embajador le diré que no pude detenerlos
y que, de todos modos, están seguros allí. No tenían sus papeles verdaderos
¿pero tienen otros papeles? ¿dinero? Se me ocurre que deben estar provistos de
ellos pues sino no hubiesen logrado atravesar China.
–En efecto, Sturmbannführer Kónsul: disponemos de documentación
falsa y dinero. Buen dinero, nos dijeron, pues también es falso, –confirmó Von
Grossen con sarcasmo–. Le agradecemos sus consejos, y los seguiremos al pie
de la letra pues parecen muy sensatos. Luego de pasar meses explorando el
Asia no podríamos resistir ni una hora prisioneros.
–Es cierto que me dijo que venían de Bután. ¡Por Dios, qué viaje! ¿Y de
qué huían a través de China, se puede saber? ¿de los comunistas?
646