Page 679 - El Misterio de Belicena Villca
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era conocida por Gengis Khan desde los días de su Iniciación Hiperbórea .
La novedad consistía ahora en que la fórmula “había sido dotada de una luz
nueva, más intensa, con el fin de que pudiese ser leída aún en medio de las
tinieblas más impenetrables”.
En sintesis: Wo-Tang entregó a Chiu Chuchi una Piedra color verde,
semejante al jade, en la que estaban talladas dos columnas paralelas de trece
signos pues, explicó Wo-Tang, tanto la lengua Vigur, que hablaba Gengis Khan,
como el idioma del Gran Rey del Oeste a quien estaba destinada la Piedra,
provenían de una antigua lengua sagrada llamada “H”, es decir, eta . La piedra,
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consistía en el único “pactio verborum” ya que mediante la sola lectura por
cada uno de los Reyes, el Mongol y el del Oeste, de la fórmula escrita, quedaría
sellado un pacto metafísico que involucraba no el cuerpo ni los bienes materiales
sino el Espíritu de los Pueblos y que comprometía en la contienda al Señor de la
Guerra y a su ejército de Angeles. Un pacto tal era con seguridad mil veces más
poderoso y duradero que las débiles y dudosas alianzas de los hombres. Para
custodiar la Piedra y asegurarse que la fórmula sería pronunciada con el Ritual
adecuado, uno de aquellos extraños habitantes de Agartha, de rasgos
mongólicos pero de piel rojiza, acompañaría a Chiu Chuchi hasta el campamento
de Gengis Khan.
En 1221, cuando Gengis Khan pronunció las trece palabras en el orden y
momento debidos, su parte en la Estrategia Tyr quedó definitivamente
completada; a partir de allí todo dependería de las Razas blancas del Oeste: si
eran lo suficientemente puras no dudarían en seguir a un Emperador Universal
de su linaje una vez que éste hubiese pronunciado las trece palabras, que
también eran trece Runas. Desde un año atrás, en la época en que Chiu Chuchi
regresara del desierto de Gobi, unos mensajeros del Khan habían partido hacia la
lejana Sicilia para adelantar al Emperador alemán la futura llegada de un Iniciado,
quien portaría un mensaje “de otro Mundo”. Y durante los siguientes años, entre
1222 y 1228, aquel enviado sería vanamente esperado en Occidente, cuestión
que retrasó en más de una oportunidad la Cruzada que el Emperador alemán
debía emprender a Tierra Santa y que motivó finalmente, su excomunión.
¿Qué había ocurrido con el mensajero y la Piedra? Durante cuatro años
Federico II esperó infructuosamente su llegada pero al “tártaro” se lo había
tragado la tierra. Los excelentes clarividentes bereberes que el Emperador
mantenía en su corte de Palermo le anunciaron muchas veces que el enviado del
Khan “había sido detenido en Tierra Santa”, pero Federico II se negaba a dar
crédito a semejantes augurios, atribuyéndolos mas bien a la antipatía que los
francos despertaban en los sarracenos. Sin embargo, aprovechó su reciente
viudez y en 1225 desposó a Isabel de Brienne, la hija de Juan de Brienne, Rey
franco de Jerusalén. Isabel aportaba como dote el Reino de Jerusalén, pero a
Federico II no le interesaba tanto esa corona como saber adónde estaba la
Piedra de Gengis Khan. A través de su esposa pudo averiguarlo: sus tíos, Juan y
Felipe de Ibelin, alentados por el legado papal, se habían apoderado del
Mensajero y su Mensaje. Mas ya era tarde para la Estrategia Tyr: Federico II
conoció la verdad recién en 1227, el año de la muerte de Gengis Khan, y luego
de amenazar a Isabel con repudiarla.
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Pactio verborum: fórmula convenida; términos del acuerdo.
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