Page 698 - El Misterio de Belicena Villca
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son Maestros en el arte de desplazarse en los incontables Mundos de la Ilusión
máyica. A nosotros no pueden hallarnos, como no podían hacerlo con Belicena y
Noyo Villca, porque Nuestros Espíritus Iniciados están en verdad aislados del
Tiempo y del Espacio por las Runas de Wothan; o por las Vrunas de Navután, si
prefieres. Ellos no conocen nuestra Realidad, el Mundo que el Espíritu afirma
desde el Origen, y eso los desconcierta, les impide localizarnos; pero una vez
obtenida la referencia real de un Mundo determinado, a él pueden dirigirse y
llegar en cualquier Tiempo y Espacio.
No sé para qué preguntaba si Yo sabía que era así. Pero me ilusioné por
un momento confiando en que mi razonamiento tuviese valor, aguardando
vanamente que la razón prevaleciese sobre la irracionalidad que se iba
adueñando de mi vida. La campanilla del teléfono me sacó de tan amargas
reflexiones.
–“Su llamada con Salta” –anticipó lacónicamente la operadora.
Durante diez largos minutos oí los tonos de llamada a través del teléfono,
sin que nadie respondiese en Cerrillos. ¡Aquello sí que no era normal! ¡Aún
siendo la una de la mañana alguien debería atender en mucho menos tiempo: mil
veces había hecho llamadas semejantes desde Salta y siempre me contestaron
en tres o cuatro minutos!
“No responden en su número”, interrumpió la operadora. “¿Repetimos la
llamada más tarde?” No supe qué decir. Miré de reojo a tío Kurt y observé que
me hacía una obvia señal con las llaves del jeep.
–No, señorita, la cancelo ahora. No debe haber nadie en esa casa –sugerí
con amargura.
Capítulo IV
Quince minutos después me hallaba por segunda vez en mi vida rodando
por la calle Esquiú: íbamos tío Kurt, Yo y los perros daivas. “Es preciso llevarlos
por las dudas que nos tiendan una celada”, me explicó; “pero esos Demonios son
orgullosos y suponen que jamás les va a fallar un golpe; es posible que ya estén
en Chang Shambalá; o cumpliendo otra de sus macabras misiones”. Se quedó un
momento pensativo y luego agregó con tono lúgubre:
–Cielos, Arturo: ¿adónde supones que irían después, si como tememos
han pasado ya por Cerrillos?
–A Tucumán, a Tafí del Valle, a la Chakra de Belicena Villca –respondí sin
vacilar.
Esa probabilidad, y lo que podría haber pasado en Cerrillos, nos quitaron
los deseos de hablar durante el resto del viaje. Viaje agotador, si se tiene en
cuenta el horario nocturno, las malas carreteras, el hecho de que llevábamos un
día sin dormir, y el reciente esfuerzo físico causado por el ataque de los
Demonios.
Las campanas de la iglesia de Cerrillos llamaban a la misa de las ocho
cuando pasamos frente a ella. Y cien metros antes de llegar a la tranquera de la
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