Page 710 - El Misterio de Belicena Villca
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ya, que lo mejor sería seguir la pista de Noyo Villca, cumplir el pedido de Belicena
                 Villca?
                        –Shhhh –soplé, poniendo el dedo índice sobre mi boca en señal de
                 silencio–.  ¡Still! Todas esas respuestas las  obtendrás tú mismo, cuando
                 conozcas el plan.
                        –¿Q...ué plan? –interrogó con temor tío Kurt.
                        –¡Mi plan! ¡El plan que tengo para atacar a los Demonios! Mas no hablaré
                 por ahora de ello hasta que no concluya el funeral. Luego te lo explicaré y lo
                 discutiremos.
                        Para nada convencido, tío Kurt movía la cabeza con cómica preocupación.
                 De no encontrarnos en circunstancias tan trágicas, me habría reído de buena
                 gana de sus gestos, con los que pretendía expresar que él era una persona seria
                 que había caído en manos de un demente.


                 Capítulo VII


                        A las 5,30 horas llegaron dos coches fúnebres que transportaban a
                 Katalina y sus niños. Los tres ataúdes fueron inmediatamente dispuestos junto a
                 los de mis padres, hecho que inspiró a las lloronas para renovar con singular
                 patetismo sus letanías. Quince minutos después aparecía el Comisario Maidana,
                 el autor de aquella increíble hazaña burocrática.
                        –¿Cómo lo logró, Comisario? –indagué.
                        –Pues, no fue tan difícil, considerando que los informes forenses ya
                 estaban listos, aunque carentes de firma: a nadie le gusta rubricar un informe
                 desprovisto de diagnóstico. Porque eso es lo que ellos tenían: nada . Es decir,
                 que ignoraban de qué murieron su hermana y sobrinos. Mi único mérito fue
                 convencer a los médicos, que recién llegaron a las 5,00, de que tenía información
                 confidencial que el caso sería enterrado  por orden superior. Aún así, tuve que
                 despertar a un respetable Juez para  obtener el visto bueno verbal que le
                 permitiera al Comisario entregar los cuerpos; empero, estando listos los informes
                 forenses, no había ningún impedimento para terminar el trámite y el Juez accedió
                 a recibirlos por la mañana y firmar la autorización. Y aquí están sus desgraciados
                 familiares, Dr.; y ¿sabe con qué diagnóstico?  paro cardíaco. Es tonto, pues
                 todos estamos de acuerdo en que se trata de un múltiple homicidio, pero estos
                 médicos no consiguieron determinar la  causa de la muerte: Yo en su lugar
                 hubiese solicitado un profundo estudio en la Universidad de Salta, pero ya que
                 está tan apurado por dar término al funeral, las cosas deberán quedar así.
                        –En efecto, Comisario Maidana. Así quedarán; para bien de todos –
                 aseguré–. De cualquier manera, los asesinos pagarán por lo que han hecho a mis
                 padres.
                        –¡De eso quería hablarle, Siegnagel! –dijo Maidana eufóricamente,
                 cambiando totalmente de actitud.
                        Discúlpeme si peco de optimista –se excusó– pero  me encanta ganar
                 discusiones o apuestas, especialmente cuando el rival es una persona respetable
                 como Ud: eso me llena de orgullo– confesó ingenuamente.
                        –¿Y en qué ha ganado? –pregunté perplejo.


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