Page 713 - El Misterio de Belicena Villca
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hechos y acostumbrados a brindar detalles. Pero su historia era demasiado
                 increíble. –Miren esa imagen, donde el acompañante ha descendido para abrir la
                 tranquera y el conductor está sentado al volante del cochazo negro– ¿Qué han
                 visto los testigos? No dos criminales “normales”, que van a asesinar furtivamente
                 a una familia, sino a dos caballeros elegantemente vestidos, que entran como si
                 estuvieran de visita en la Finca de los  Siegnagel. De hecho, el Juez los hizo
                 examinar por psiquiatras, ayer por la tarde, pero el informe es positivo: están en
                 perfectas condiciones mentales. Incluso  se prestaron a un interrogatorio bajo
                 hipnosis, que también arrojó resultados positivos: concretamente,  dicen la
                 verdad ; sea lo que sea que hayan visto, ellos creen en lo que dicen.
                        Eché una mirada de reojo al Comisario Maidana, pues de todo aquello se
                 desprendía el tufillo conocido durante el asesinato de Belicena Villca. Pero éste
                 no se inmutó; evidentemente tenía también una explicación racional para el
                 curioso atuendo de los “agentes del Mossad”.
                        –¡Miren esto, Señores! –insistía el Comisario de Cerrillos– ¿Puede haber
                 algo más ridículo que unos asesinos vestidos con traje negro de tres piezas,
                 zapatos negros, sombrero negro, ¡sombrero hongo negro!,  corbata negra y
                 camisa blanca? Sí, sé que pueden existir asesinos así: en Hong Kong, en
                 Estambul, en Londres, en Nueva York, y mil lugares más del mundo. ¿Pero aquí,
                 en Cerrillos? Tratándose de otra clase de gente hasta sería posible aceptar su
                 presencia en la zona: por ejemplo,  si fuesen ejecutivos de una empresa
                 trasnacional que vienen por negocios,  a saquear alguna de nuestras materias
                 primas. A esa clase de criminales es posible imaginarlos sin esfuerzo. Mas, en el
                 caso que nos ocupa, escapan fácilmente al patrón general de los asesinos de
                 agricultores.
                        El Comisario consultó el reloj y se despidió: –Ya debo irme. Hasta luego,
                 Arturo; siento mucho todo esto. Te veré esta tarde en el cementerio. Disculpa la
                 charla pero ha sido Maidana quien vino a revolver el avispero; Yo no te hubiese
                 molestado  hasta después del funeral. Naturalmente, el Juez también desea
                 hablar contigo y no tardará en citarte; cuando pase este trágico momento,
                 naturalmente.
                        Las últimas palabras del Comisario de Cerrillos me causaron honda
                 inquietud. ¿Qué pretendería la policía? ¿Asesinaban a mi familia y el interrogado
                 sería Yo?
                        –Calma, Dr., que no es nada –aseguró Maidana–. Simple rutina. La policía
                 está despistada y querrá conocer su opinión. Lo mismo le ocurre al Juez; es por
                 eso que se resistía a entregar los cuerpos. Yo le podría dar muchas hipótesis
                 sobre lo que el Comisario no dijo y que probablemente ha sucedido: por ejemplo,
                 es casi seguro que han radiado la descripción del coche negro y no consiguieron
                 averiguar su paradero; ni  siquiera sabrán si abandonó  la Provincia. Eso los
                 desconcierta; es un auto raro y suponen que alguien debería haberlo visto. Pero
                 ellos no avanzan porque investigan profesionalmente. Ud. y Yo sabemos
                 que, contrariamente a lo que afirman  el Comisario y el Juez, éste es en
                 efecto un caso clásico: un caso clásico dentro de la Inteligencia y la
                 Contrainteligencia Internacional .
                        Maidana estaba convencido de su teoría y Yo tendría que darle una
                 respuesta sin dilaciones.



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