Page 738 - El Misterio de Belicena Villca
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Pero los Siddhas Leales lo han vencido
                              con la Sangre Pura,
                              y por el testimonio de Valor que dieron;
                              pues no amaron la Vida Cálida tanto
                              que rehuyeran la Muerte.
                              Por esto temed, Cielos, y los que moráis en ellos.
                              ¡Ay de la Tierra y del Mar!
                              Porque ha bajado a vosotros el Diablo,
                              poseído de grande furor,
                              sabiendo que le queda poco tiempo”.
                        –¿Qué ves ahora?
                        –Cuando el Dragón se vio precipitado a la Tierra, persiguió a la Virgen
                 que había dado a luz el Niño de Piedra. Pero la Virgen disponía de las dos alas
                 del Gran Kóndor, y podía volar al Desierto, a su hogar, donde resistiría por un
                 ciclo, y por dos ciclos, y por medio ciclo, lejos de la presencia del Dragón. El
                 Dragón vomitó por sus bocas, detrás de la Virgen, lejía como un Río, para hacer
                 que el Río la arrastrara. Pero el Desierto ayudó a la Virgen. Y el Desierto abrió su
                 boca y se tragó el nuevo Río de lejía que el Dragón había vomitado; y lo escurrió
                 hacia el mar de lejía, donde estaba el Cordero y los ciento cuarenta y cuatro mil.
                 Y el Dragón se enfureció contra la Virgen y se fue a hacer la guerra contra los
                 demás de la descendencia de Ella, los que exhiben su  Marca y tienen el
                 Testimonio de Kristos Lúcifer. Y se situó en la orilla del mar de lejía.
                        –¿Qué ves ahora?
                        –Veo subir del Desierto un hombre con el Poder de una Bestia! ¡Es un ser
                 mitad hombre-mitad oso, o mitad hombre-mitad lobo; por momentos es como oso
                 y por momentos es como lobo; cuando debe enfrentar a las Abejas de Israel es
                 como oso y cuando ha de luchar contra el Cordero es semejante al lobo! ¡Es el
                 Hijo de la Virgen de Agartha que ha crecido como Piedra en el Desierto; es el
                 Führer que ha regresado para librar la guerra contra el Cordero y los ciento
                 cuarenta y cuatro mil! ¡Su rugido atruena la Tierra, y a su paso se levantan las
                 Piedras del Desierto, las que llevan el Signo del Vril! ¡Y las Piedras Heladas por
                 la Virgen de Agartha son también hombres-lobo que aúllan con furia incontenible!
                        No exagero para nada si aseguro que el rugido que surgió en ese
                 momento del lugar donde estaba tío  Kurt, preguntando monótonamente “¿qué
                 ves ahora?”, hizo temblar la tierra . Yo describía cuanto veía sobre la superficie
                 del aqua vitae de la garrafa, pero mis palabras habían adquirido una formalidad
                 profética que se conformaba directamente en el inconsciente. Hacía tiempo que
                 ya no razonaba lo que decía: simplemente expresaba lo que llenaba mi mente,
                 que a esa altura no podía explicar si realmente lo veía o lo imaginaba. Lo que,
                 claro está, no era producto de mi imaginación, era la trasmutación de tío Kurt y
                 sus bestiales rugidos y aullidos; ni los  dos Jabalíes ectoplasmáticos que, cada
                 vez más nítidos y patentes, se materializaban sobre los cadáveres de los dos
                 asesinos orientales.
                        A los rugidos del hombre-oso, los Jabalíes respondían con el maldito
                 zumbido apícola que tambien conocía ahora; mas cuando el hombre-lobo
                 aullaba, los Jabalíes se echaban a temblar presa del pánico, el pelo erizado de
                 terror y gruñendo con desesperación. Y Yo,  al percibir lo que ocurría a mi
                 alrededor, trataba de mantener la vista hipnóticamente fijada en la matrix con el
                 ácido y los corazones, contemplando unas visiones que, con todo lo fantásticas

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