Page 744 - El Misterio de Belicena Villca
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hago: es parte de la Estrategia del Führer. La cacería que ahora inicio pronto
será imitada por miles de hombres-lobo-de-Piedra. Tendré el Honor de
determinar el Fin de la Era del Jabalí y de la Abeja, así como la Espiga de la
Virgen destruirá la Era de la Paloma . Tú eres como Yo y Yo soy como tú. Y si
Yo soy, tú eres: esa era la gran Estrategia de la Estirpe Von Sübermann, que
no pudimos conocer hasta ahora; el secreto de los Tulkus . Hoy, el signo del
Origen está en ti, en el lóbulo de tus orejas; y los que tengan la Sangre Pura
lo verán . Por eso los lapis philosophorum adoptaron la forma de las flores de
piedra : porque tales lotos son el adorno de los aretes de Avalokiteshvara,
los pendientes que la Misericordiosa coloca en las orejas de los señalados
con el Signo del Origen, para tapar el Signo del Origen . Tú los has obtenido
en la matrix de las proyecciones porque tu propio Signo del Origen ha quedado
descubierto: ¡Sus tapas han caído! ¡Y esa es la Gran Obra! ¡Tú eres ahora el
Signo del Origen, y eres, en el Origen del Espíritu Eterno e Increado, igual
que Yo! Yo nunca pude ver el Signo del Origen ¿recuerdas?; pero ambos lo
vimos hoy: tú en mí, y Yo en ti, en la proyección sobre la Piedra Caliente.
Separados jamás lo habríamos visto. Por eso fue bueno estar contigo, neffe;
porque juntos cumpliremos la misión de nuestra Estirpe: lo haremos por Honor,
puesto que vimos el Origen, y tenemos el Origen, y podemos regresar
cuando querramos al Origen . Ya no me necesitas; ni necesitas de nada ni de
nadie. Adiós neffe; nos volveremos a ver durante la Batalla Final. ¡Heil Hitler!
–¡Heil Hitler! –respondí mecánicamente, mientras el rugido de una Fiera
indescriptible atronaba el espacio y una ráfaga de viento sobrenatural, helado, me
golpeaba como un latigazo y agitaba los árboles y levantaba nubes de polvo.
Dirigí la vista en la dirección que habían huido los Jabalíes, esto es, hacia
el Sur, y juro que observé por última vez a tío Kurt. O por lo menos esa impresión
recibí. Porque vi, o creí ver, contrastada por el firmamento estrellado, una Fiera
que corría tras dos astros brillantes que se alejaban con pavor: ora parecía un
Oso, ora un Lobo; y sus rugidos y aullidos se fueron haciendo menos fuertes
hasta que se apagaron por completo. Me sentí sano: era La Peste que se
alejaba.
Pensativo, mirando aún hacia la Cruz del Sur, rememoré la Carta de
Belicena Villca, la parte donde el Rabino Benjamín refería a Bera el Misterio de la
debilidad del Pueblo Elegido: “Advirtió Jehová al Pueblo de Israel sobre cuatro
clases de males, frente a los cuales serían débiles : Cuidaos de la Espada,
porque Ella os puede matar; Cuidaos de los Perros, porque Ellos os pueden
despedazar; Cuidaos de las Aves del Cielo, porque Ellas os pueden devorar;
Cuidaos de las Fieras de la Tierra, porque Ellas os aniquilarán (Jer. 15)”. Allí, en
el suelo de la Chacra, yacían los cuerpos humanos sin vida de Bera y Birsa:
habían sido débiles, estratégicamente débiles. Y en su caso, los símbolos
advertidos por Jehová habían intervenido, los cuatro, a la vez:
Espada : la Espada Sabia de la Casa de Tharsis.
Perros : los perros daivas.
Aves : la Virgen de Agartha, y toda Dama Kâlibur, cuya Negrura Infinta
devore la luz de las Almas.
Fieras : los Berserkr y los Ulfhednar, es decir, los Hombres-Oso y los
Hombres-Lobo, de Piedra Frya.
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