Page 745 - El Misterio de Belicena Villca
P. 745

Y de nada les valieron en esta ocasión, los “remedios” propuestos por
                 Bera: la Paz del Oro; la Ilusión de la Rabia; la Ilusión de la Tierra; y la Ilusión del
                 Cielo.
                        Habíamos ganado la partida contra los Demonios, pero nunca jamás,
                 hasta hoy, volví a ver a tío Kurt.


                 Capítulo XVI


                        A continuación ocurrió un fenómeno  que he decidido exponer por
                 separado, debido a que todavía no encontré una explicación convincente para el
                 mismo. Como dije, me hallaba aún mirando  el Cielo, hacia la Cruz del Sur y
                 pensando en las cosas que mencioné, tratando de dominar  la nostalgia por la
                 partida de tío Kurt, intentando superar la depresión nerviosa.
                        El golpe fue violento, contundente, en el centro del cráneo, unos
                 centímetros más arriba del lugar donde tío Kurt me aplicara su certero culatazo.
                 Caí fulminado al suelo, viendo estrellas que no eran precisamente producto de un
                 proceso alquimista, pero consciente de que algo había caído del Cielo sobre
                 mi cabeza, algo de pequeño tamaño y considerable peso. Me incorporé,
                 todavía aturdido, y comencé a buscar  en derredor con ayuda de la linterna
                 lapicera. No tardé en hallar el proyectil, causante del chichón cuyos efectos
                 dolorosos duraron varios días y cuya cicatriz conservo: como es fácil imaginar, se
                 trataba de una piedra.
                        Pero aquella era una piedra artísticamente tallada, y resultaba evidente
                 que pertenecía a un conjunto mayor, del que fuera fracturada. Era la mano de un
                                                                                                      77
                 niño de Piedra, mutilada a la altura de la muñeca, que expresaba el Bala
                        78
                 Mudra  , el Saludo Interno de la Casa de Tharsis: los dedos índice y pulgar,
                 estaban estirados formando el ángulo recto; y los dedos mayor, anular, y
                 meñique, se hallaban flexionados sobre la palma de la mano.
                        Al encontrar la mano de piedra,  recordé instantáneamente el Día
                 Trigesimotercero de la Carta de Belicena Villca, y luego lo comprobé releyendo
                 aquel párrafo una y otra vez: en ese día Belicena narraba el  exterminio de su
                 Estirpe realizado por Bera y Birsa, al trasmutar a los miembros no Iniciados de la
                 Casa de Tharsis, como a los de mi familia, en betún de Judea . Fue entonces
                 cuando el Noyo, Noso de Tharsis, llegó hasta la iglesia de la Virgen de la Gruta,
                 en Turdes, para rescatar la imagen al saqueo generalizado de Lugo de Braga. Y
                 fue al cumplir este cometido cuando comprobó que al Niño de Piedra le había
                 sido amputada la mano que expresaba la Vruna Bala.  Pero tal desaparición
                 sucedió en el siglo XIII, setecientos años atrás: cuando menos parecía
                 aventurado, por no decir absurdo,  relacionar este hecho con aquel. Y sin
                 embargo, contra todos los  argumentos lógicos, a mí  el accidente me parecía
                 sugestivo. Y no he cambiado de idea: hice engastar la manecilla en una manilla
                 de plata, le agregué cadena, y me la colgué al cuello. ¿Cómo cayó sobre mi
                 cabeza, o de dónde? no lo sé; si es la misma mano del siglo XIII, tampoco lo sé; y
                 qué significa que cayera contra mi cabeza en ese momento, es algo que

                 77
                   Fuerza.
                 78
                   Expresión.
                                                         745
   740   741   742   743   744   745   746   747   748   749   750