Page 95 - Mitos de los 6 millones
P. 95
5%, mientras que el total de las bajas de la Judería Europea debe ser considerado, como ya
hemos estudiado anteriormente, entre 5 y el 9%, como máximo.
Este énfasis sobre los sufrimientos y las pérdidas de la Judería Húngara parece
arrancar desde el perjuro affidavit de Höss y ha persistido hasta hoy. En el caso de Hungría,
en efecto, los nazis parecen haber batido sus propios récords de maligna y gratuita crueldad
y su desprecio por los valores humanos, si hacemos caso de los cargos de la literatura
concentracionaria. Un ejemplo revelador lo constituye la llamada «Transacción Brand», de
la que vamos a ocuparnos brevemente.
Se afirma que el 5 de Mayo de 1944, Eichmann propuso, a través del intermediario
Joel Brand, el intercambio de 400.000 judíos, que se encontraban en Hungría y Eslovaquia,
por 10.000 camiones. La propuesta se hizo, a través de Brand, de la Oficina de Inmigración
Israelita a Palestina, al Gobierno Británico. Los alemanes se comprometían a utilizar
dichos camiones exclusivamente en el Frente del Este. Insistimo: se afirma. No ha podido
verificarse. Lo único cierto es que la transacción no se llevó a efecto. Según se ha
asegurado oficialmente, los ingleses creyeron que Brand – aunque judío – era agente nazi, y
lo arrestaron en Gaza.
A nuestro juicio, son necesarios unos comentarios a este caso. La política alemana,
desde 1933 hasta el comienzo de la guerra, consistió en promover la emigración judía por
todos los medios a su alcance. Ya hemos hablado del «Plan Madagascar» y, posteriormente,
una vez desatado el conflicto bélico, del plan Himmler – Rosenberg, consistente en instalar
a los judíos europeos, lo más al Este que las conquistas militares permitieran. No obstante,
conforme la inicial contienda germano-polaca, con la intervención anglofrancesa, se fué
extendiendo, tanto en el espacio como en el tiempo, las circunstancias obligaron a un
cambio de política, y la emigración de los judíos ubicados en zonas de influencia alemana
fué haciéndose cada vez más problemática. La razón principal para ello era que,
naturalmente tales judíos representaban un potencial que podía ser utilizado contra ellos.
Añade el norteamericano Butz alguna otra razón, tal como el deseo alemán de crear
problemas en las relaciones anglo-árabes, tomándose, en la Wilhelmstrasse, el punto de
vista árabe, opuesto al inglés, en lo referente a la emigración de judíos hacia Palestina. De
manera que la política alemana en relación a este problema fué evolucionando en el
transcurso de la guerra, hasta adoptarse la política del «intercambio». Sepropuso, por
ejemplo, el intercambio de prisioneros alemanes por civiles judíos, a lo que se opusieron
los anglo– americanos. Igualmente se pro. puso el intercambio de civiles judíos por civiles
1
alemanes internados en los paises aliados, oferta igualmente rechazada.
La única variante que ofrecía la transacción Brand consistía en un cambio en el quid
pro quo. En vez de judíos por alemanes se proponían judíos por camiones. Exactamente, un
camión por cucarenta judíos. Condiciones adicionales eran que los judíos no serian enviados
a Palestina y que los camiones sólo se utilizarían en el frente soviético. Quede bien claro
que la vida de los judíos húngaros y eslovacos no se ponía en juego. Para los alemanes la
transacción – caso de ser auténtica y no uno de tantos inventos de la propaganda bélica y
post-bélica – representaba diez mil camiones y una reducción de los efectivos de vigilancia
a cuatrocientos mil internados, es decir, unos ocho mil soldados, más sus servicios de
intendencia, en otras palabras, una división. Para lós Aliados, representaba poner fin al
cautiverio de cuatrocientos mil judíos, a cambio de un aumento del potencia alemán en el
Frente del Este. No cabe duda de que desde el tradicional punto de vista inglés representaba
una buena proposición: «a good deal». De la transacción Brand si que cabe decir aquello de
«Si non é vero, é ben trovato». Si los Aliados estaban tan convencidos de que los judíos
bajo control alemán estaban destinados al matadero, es inconcevible que, ya que ellos se
decían portaestandartes de la Civilización y el Derecho, no movieran un dedo para salvarles,
máxime partiendo la iniciativa – si la transacción Brand no es un invento propagandístico
1 Arthur R. Butz: «The Hoax of the Twentieth Century».
— 95 —