Page 96 - Mitos de los 6 millones
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que se volvió luego contra sus inventores – del campo alemán. Al fin y al cabo. si la
                        Wehrmarcht recuperaba una división y se equipaba con diez mil camiones, los Aliados,
                        sobre una masa de 400.000 judíos podían esperar, razonablemente, tras un tiempo
                        prudencial de recuperación y adiestramiento, reclutar no menos de tres divisiones más un
                        importante número de personas a ser empleadas en los servicios auxiliares.
                              De la transacción Brand, caso de ser verdadera y no un invento propagandístico más,
                        podemos sacar las siguientes deducciones:

                              a) Tanto los alemanes como los ingleses estaban convencidos de que una división
                        alemana, valía más de tres divisiones judías acompañadas de una masa no inferior a cien
                        mil personas de servicios auxiliares.
                              b) Para los ingleses – y también para los alemanes – valía más un camión que
                        cuarenta judíos.
                              c) O los ingleses estaban conveñddosde que sus afirmaciones de que los judíos
                        continentales estaban destinados a ser gaseados eran ciertas. O bien estaban convencidos de
                        que no eran más que burda propaganda. En el primero de los casos resulta inconcevible –
                        además de inhumano – que la poderosa Albión, con un riquísimo y más influyente «lobby»
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                        israelita, no pudiera financiar una operación para ella militarmente rentable.  En el
                        segundo de los casos, está claro que lo que interesaba a Inglaterra – y a su preponente
                        «lobby» israelita – era crearle dificultades a los alemanes con la custodia y la alimentación
                        de una masa de internados, que, si bien podía ser utilizada como «manpower», los hechos
                        demostraban a diario que era proclive a los sabotajes.
                              En todo caso, la transacción Brand ha sido presentada al mundo como un ejemplo
                        más del salvajismo nazi. Sólo a los nazis podía, según parece, ocurrirseles proponer el
                        cambio de seres humanos por camiones. Y, no obstante...
                              Cuando al régimen marxista de Castro se le ocurrió proponer el cambio de presos
                        políticos anticomunistas por camiones norteamericanos, no recordamos haber leído un
                        lacrimógeno editorial de los grandes rotativos mundiales, que literalmente, inventan la
                        llamada Opinión pública, desde el «New York Times» hasta «Le Monde», pasando por el
                        «Times» londinense. Es más, la propuesta se presentó, insólitamente, como una apertura,
                        como la voluntad del régimen marxista de entablar relaciones con el bloque «Capitalista».
                        El hipotético y no confirmado canje de hombres por camiones propuestos por los alemanes
                        era una inmoralidad, en 1944. El mismo canje, propuesto veinte años después por Fidel
                        Castro – canje, esta vez real y oficial – era algo positivo, para emplear la terminología de
                        nuestro inefables «progresistas». Pero aún queremos llamar la atención sobre otro tipo de
                        canje, practicado en nuestra década de los setenta: el canje de hombres por dinero;
                        concretamente por marcos alemanes. La titulada República Democrática Alemana (es decir,
                        el satélite comunista alemán) vendía literalmente, a Alemania Occidental a presos políticos.
                        El gobierno de Bonn no ténía derecho a escoger la «mercancía»; debía, buenamente, aceptar
                        los ex-detenidos políticos que le mandaba su colega de Pankow. El lucrativo negocio debió
                        ser abandonado por que las autoridades de Pankow no mandaban a Alemania Occidental más
                        que anarquistas, trotzkystas y delincuentes comunes, cuando no agentes saboteadores y
                        espías.
                              Dará idea de la moralidad de los germanófobos profesionales que tanto criticaban el
                        (supuesto) cambio hombres-camiones propuesto por el Teniente Coronel Eichmann el
                        constatar que cuando el Gobierno de Bonn dejó de comprar delincuentes y espías a Pankow,
                        los desgraciados mini-estadistas de Bonn fueron tratados, por aquellos, neo-nazis.
                              Para terminar con este extraño caso, una pequeña observación: Para ocuparse nada
                        menos que de una operación en la que estaban involucrados diez mil camiones y

                        1   Si suponemos – en valores comparativos de tiempo de guerra – que un camión valía dos millones de
                        pesetas, cada judío salía a unas 50.000 ptas.¡Una ganga!. (N.del A.)

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