Page 76 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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perdón y la comprensión contra todos aquellos que fueron desviados del buen camino.
En cuanto a los Habsburgos y al legitimismo, han pasado ya, una vez por todas, a la
Historia; aquellos que aún contaban con los Habsburgos deben comprender ahora que
sus antiguas esperanzas han quedado aniquiladas por completo. Si hoy aún conspiran en
este sentido, esto significaría un delito de alta traición y de lesa patria que sería
sometido al peso de la ley, lo mismo tratándose de un modesto obrero que de un antiguo
archiduque.
Durante la grandiosa campaña de propaganda electoral para las elecciones del Reichstag
de la Gran Alemania, el Führer habló en las últimas semanas del mes de marzo en
Königsberg, Danzig, Leipzig, Berlín, Hamburgo, Colonia, Francfort del Meno,
Stuttgart, Munich, Graz, Klagenfurt, Innsbruck, Salzburg y Linz. Asimismo muchos
ministros y jefes políticos hablaron en numerosísimas ciudades del Reich. Como final
de esta acción y a manera de introducción de la histórica campaña electoral, el Ministro
Dr. Goebbels proclamó el 9 de abril como el “Día del Gran Reich alemán”. La
proclamación tuvo lugar a las 12 del día desde el balcón del Ayuntamiento de Viena. Al
mismo tiempo tuvieron lugar en todos los talleres y fábricas de Alemania reuniones de
obreros y empleados.
En la noche anterior al plebiscito, el Führer, desde el vestíbulo de la estación del
Noroeste en Viena, dirigió el último discurso a la población del Reich y de Austria. Se
refirió en primer lugar a todos aquellos que a pesar de los grandes sucesos ocurridos aún
creían tener que permanecer apartados. En seguida hizo un resumen retrospectivo del
desenvolvimiento de su carrera política haciendo constar que, por no haber participado
en el proceso de todos los problemas que se presentaron en una época anterior a aquella
en la cual entró él en la escena política, se consideraba por lo tanto sin culpa en sus
respectivas soluciones. A continuación de la guerra mundial el pueblo se dividió en dos
grupos: burguesía y proletariado. El primero confió en la ayuda de otro mundo burgués
fuera de las fronteras alemanas y el segundo cifró todas sus esperanzas en la ayuda de
Moscú. Pero ninguno de estos grupos tuvo suficiente fuerza propia para salvar a la
nación. 36 partidos, y más aún, expusieron sus programas. Si estos estuvieron en pugna
durante décadas significa, con toda seguridad, que ninguno de ellos podía ser acertado.
Por el contrario, el programa que Hitler presentó se ganó la voluntad de toda la nación
en un espacio de tiempo relativamente corto. Persuadido de que todo pueblo debe
buscar dentro de sí la propia ayuda y que solo mediante la unión de ambas corrientes
idealistas, el ideal nacional y el ideal social, puede llegarse a la salvación. La
comunidad del pueblo alemán no le ha caído a Hitler del cielo, sino por el contrario ha
tenido que luchar duramente por ella y ha debido batallar durante años por el espíritu de
los alemanes, sin poseer más armas que las de su palabra y su convicción. Si no se
quiere ser injusto, hay que reconocer los éxitos de este soldado de la guerra mundial, a
la sazón desconocido.
A continuación el Führer dio cuenta de los acontecimientos memorables durante los
cinco años de su gobierno: en el primer año se sacudieron las cadenas internacionales,
cuando Alemania se retiró en 1933 de la Sociedad de las Naciones y la Conferencia del
Desarme. Un año más tarde, el Ejército nacional adquirió proporciones imponentes.
Luego tuvo lugar la liberación de la región del Rin. Un año más tarde fue conquistada la
igualdad incondicional de derechos y nuevamente un año más tarde se encuentra en
Viena y habla a la Nación. A esta nueva ascensión en el poder político e internacional se
ha asociado también un incremento económico. En el cuadro de su disertación el Führer
recordó la paz social interior, las grandes labores del Frente Alemán del Trabajo y la
obra “Fuerza por la Alegría”.
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