Page 78 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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La  grandiosa  propaganda  electoral  que  en  las  últimas  semanas  tuvo  lugar  bajo  la
                  dirección del  ministro Dr. Goebbels ciertamente había hecho prever que el plebiscito
                  sería favorable. Sin embargo éste superó a los cálculos más optimistas mostrando, con
                  toda claridad, que no existe oposición alguna en la nueva Alemania y, a la vez, el cariño
                  del  pueblo  alemán  hacia  su  Führer.  Jamás  había  mostrado  la  Nación  alemana  tan
                  importante uniformidad de votos; incluso se puede decir que jamás pueblo alguno dio
                  pruebas tan visibles, ante el mundo, de mayor solidaridad con su gobierno.
                  Es necesario tener en cuenta, desde luego, que la propaganda tuvo un carácter unilateral,
                  ya  que  estaban  excluidas  todas  las  manifestaciones  contrarias;  pero,  como
                  personalmente  pudieron  hacer  constar  los  corresponsales  de  la  Prensa  extranjera,  el
                  plebiscito  fue  efectivamente  secreto,  de  modo  que  cualquier  enemigo  tenía  la
                  posibilidad  de  poner  una  cruz  en  el  círculo  negativo  que  correspondía  a  la  palabra
                  impresa “No”. En realidad, unos 450.000 electores (ni siquiera el 1% del censo total)
                  aprovecharon esta ocasión.
                  Además, el texto de las papeletas contenía, al mismo tiempo que la aprobación de la
                  anexión, la lista para las elecciones del Reichstag. Como apenas se podía pensar que
                  hubiera alguien en el Altreich que se pronunciara contra la reincorporación, la respuesta
                  afirmativa  a  la  segunda  pregunta  era,  por  así  decirlo,  una  consecuencia  lógica.  En
                  Austria la situación era muy diferente, puesto que habría sido posible que una parte de
                  la  población  votara  contra  la  reincorporación;  como  esto  no  ocurrió,  se  deduce  que
                  todos  los  antiguos  partidos  de  Austria  han  reconocido  la  nueva  situación  creada  por
                  Hitler.
                  En todo caso, el telón cayó definitivamente el 10 de abril, en este que Mussolini, con
                  una de sus expresiones tan gráficas, ha llamado el “quinto acto del drama austríaco”. El
                  hecho consumado permite probar con justicia y claridad el desarrollo histórico que en el
                  curso de pocos días y ante una impotente y asombrada Europa ha hecho de la república
                  de Austria independiente, cristiana, corporativa y autoritariamente dirigida, un país del
                  Reich alemán al estilo de Baviera, Sajonia, etc...
                  Recordaremos lo dicho por el Führer en su primer discurso pronunciado en Linz ante
                  sus conciudadanos reincorporados al Reich. “Cuando  la providencia me  llamó un día
                  fuera de esta ciudad para dirigir  los destinos del Reich,  incluso  debió confiarme una
                  misión y esta no pudo ser otra que la de devolver mi querida Patria al Reich alemán. He
                  creído  en  esta  misión,  por  ella  he  vivido  y  luchado  y  me  parece  que  ahora  la  he
                  realizado”. Estas palabras corroboran en forma muy clara que la cuestión austríaca fue
                  siempre  uno  de  los  pilares  de  la  política  de  Adolfo  Hitler  y  confirman  a  la  vez  el
                  propósito  que  figura  en  las  primeras  páginas  de  su  libro  “Mein  Kampf”:  la
                  reincorporación de su tierra natal al seno del Reich.
                  Todo lo que ha seguido después ha sido de parte del Führer la consecuencia lógica de
                  este propósito. La propaganda nacionalsocialista en el territorio austríaco, la formación
                  y organización del partido, el socorro a millares de fugitivos que fueron acogidos por el
                  Reich, el intento de convencer al excanciller Schuschnigg de la igualdad de los derechos
                  de todos los austríacos, sin tener en cuenta su posición política, y, por último, la acción
                  diplomática; el conseguir la aprobación tácita de ciertos países entre los más interesados
                  en la paz y bienestar de la Europa central.
                  El plan de  realizar  la reincorporación por  un  desarrollo  progresivo,  sin  el  peligro  de
                  provocar  una  guerra  civil  en  Austria  y  sin  complicaciones  internacionales,  ha  sido
                  favorecido por el descabellado intento de Schuschnigg que, en el  breve plazo de tres
                  días, sin preparación de listas electorales, sin control público y bajo circunstancias muy
                  dudosas,  anunció  un  plebiscito  que  tenía  que  provocar,  ineludiblemente,  luchas
                  violentas entre la mayoría nacionalsocialista y la minoría gubernamental.



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