Page 125 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
P. 125
HERACLES I 29
vota, dedicada a vivir para los demás y, por tanto, la más maltratada
y desgarrada por los apetitos de un mundo embrutecido? ¿Se ha
presentado a menudo de un modo más horrible el tipo que a través
de todas las épocas ha sido considerado por muchos el δριστος άνδρών,
el que se apodera por la fuerza, destroza y conquista admirado en
todo, que es más fuerte, más duro, más avaricioso que los demás?
Y es Sófocles el pío, no Eurípides el blasfemo, quien termina su
tragedia con esta acusación directa contra los dioses y contra el propio
Zeus.
Por mi parte, a estas preguntas yo contestaría en términos gene
rales diciendo que Eurípides llega a sus consecuencias a través de un
proceso intelectual. Sófocles, cuando llega a consecuencias, llega a
ellas por el sentimiento. El pensamiento de Eurípides es consciente y
explícito, adoptando a menudo la forma de razonamiento. El sentir
de Sófocles es subconsciente y se desborda. De aquí que tenga una
especie de mutismo, de carácter callado e inesperado que lo hace
mucho más terrible.
El sentido del último discurso de Hilo resulta bastante claro;
tiene muchos paralelos en Eurípides. Es éste ; si observamos con
atención lo que pasa en el mundo veremos que las cosas delicadas
de la vida son pisoteadas por las brutales ; vemos cometer infinitos
errores, y no podemos por menos de sentir una gran compasión por
la humanidad en todo el mal que el hombre padece, inflige y deplora,
Y, además, si consideramos la parte no humana del universo como
obra indudable de seres conscientes, racionales y antropomórficos,
como los dioses griegos, habremos de atribuirles, si es que les con
cedemos cualidades humanas, una crueldad pavorosa.
De igual manera, en el último verso, κοΰδέν τούτων ότι μή Ζεός,
el sentido es, a mi modo de ver, que si de las muchas interpre
taciones insuficientes del mundo material no humano que el hombre
ha propuesto en distintas épocas aceptamos la concepción, corriente
tanto en los tiempos actuales como durante toda la antigüedad, de
que todo representa la obra de una voluntad o propósito antropo
mórficos como los nuestros, e impulsados por las mismas clases de
motivos, entonces el mal es obra de esa voluntad lo mismo que el
bien. Se trata de un problema que se plantea con frecuencia en la
filosofía griega.