Page 126 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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130            GRECIA  CLÁSICA  Y  MUNDO  MODERNO

        Pero  no  era  mi  intención  tratar  de  analizar  el  concepto  que  Só­
     focles  tenía  de  la  vida  en  general  ni  el  particular  estado  de  ánimo
     que  trató  de  expresar  en  esta  notable  tragedia.  He  tomado  Las
     Traquinias  como  exponente  bastante  inesperado  en  la  literatura  griega
     temprana  de  este  cambio  en  la  concepción  de  la  αρετή  y  del  proceso
     que  he  llamado  — espero  que  no  con  demasiada  pedantería—   para-
     charaxis,  el  desfigurar  o  reacuñar  la  moneda.  La  mala  calidad  del
      metal  queda  expuesta  a  la  luz,  y  luego  hay  que  modificar  la  efigie
     y  la  inscripción.
        En  la  Grecia  de  tiempos  posteriores,  Heracles  fue  objeto  especial
     de  paracharaxis:  el  héroe  típico,  el  de  más  fama,  el  de  mayor  popu­
     laridad.  Se  le  calificó  de  αριστος  άνδρών,  el  más  noble  de  los  hombres,
     y  fue  cambiando  a  medida  que  iba  cambiando  la  idea  de  bien.  Re­
      cordemos  que  cuando  Horacio  hablaba  del  Justum  et  tenacem  propo­
     siti  virum,  el  hombre  al  que  Si  fractus  illabatur  orbis  impavidum
      ferient  ruinae,  pensaba  a  la  vez  en  Hércules  y  en  Pólux,  que  subían
      al  Cielo  mediante  dicha  forma  de  virtud.  Horacio  había  aprendido
      la  doctrina  directa  o  indirectamente  del  Himno  a  la  Virtud  de
      Aristóteles,  en  el  cual  leemos  que  la  fuente  de  inspiración  de  todos
      los  trabajos  de  Heracles  y  los  Dioscuros  fue  la  sed  de  areté16.  La
      clase  de  arete  que  más  admiraban  los  estoicos  podemos  verla  en  la
      descripción  que  hace  Séneca  del  οίριστος  ανδρών:  “ Hércules  no  con­
      quistó  nada  para  sí.  Pasó  por  el  mundo,  no  apeteciendo,  sino  juz­
      gando  las  cosas  que  debía  conquistar;  enemigo  del  mal,  campeón
      del  bien,  portador  de  la  paz  a  la  tierra  y  al  mar.’’  Fue  el  salvador,
      que  trabajó  y  sufrió  por  la  humanidad;  las  partes  poco  edificantes
      de  la  tradición  se  dan  de  lado.  Mucho  más  audaz  aún  es  el  filósofo
      Epicteto.  Éste,  sin  dejar  de  hacer  hincapié  en  lo  edificante,  acepta
      sin  reservas  una  buena  parte  de  los  verdaderos  mitos  antiguos  no
      expurgados.  Primero  explica  cómo  Heracles  recorrió  el  mundo  bus­
      cando  casos  de  opresión  y  buena  ciudadanía  (Hybris  y  Eunomia),
      para  desterrar  aquélla  e  instituir  ésta,  y  luego  añade  que  "se  encon­
      traba  como  en  su  casa  en  todas  partes.  Tuvo  amigos  en  Tebas,  en
      Argos,  en  Atenas,  en  todas  sus  andanzas;  más  aún,  tuvo  esposas
      dondequiera  que  resultó  oportuno.  Tuvo  hijos,  y  abandonó  a  sus

        16   Hor.,  Odas  III,  3;  Arist,,  Himmo,  en  At.,  X V ,  695  A ;  Séneca,  Be«;
      I,  13.  3.
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