Page 140 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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GRECIA  CLÁSICA  Y  MUNDO  MODERNO


      tenacidad  y  complica  en escándalos  a  sus inocentes  mayores de un modo
      tan  natural  y  sin  rebozo  que  sólo  se  explica  por  su  origen  ritual.  Ejerce
      igual  imperio  sobre  los  demás  poetas  de  la  Comedia  Nueva  y  del  teatro
      romano,  y  no  suelta  su  presa  en  el  romance  medieval.  La  influencia  de
      la  Iglesia  parece  que  fue  impotente  para  modificar  este  motivo,  si  es
      que  alguna  vez  lo  ha  intentado  en  serio.  Casi  todos  los  caballeros
      interesantes  de  los  ciclos  del  rey  Arturo  y  Tristán  y  después,  que
      yo  sepa,  en  los  romances  provenzales,  empiezan  su  vida  como  expó­
      sitos  o  al  menos  como  hijos  ilegítimos.  Esto  se  aplica  a  Merlin,  a
      Arturo,  a  Isaías  el  Triste,  a  Galaz  y,  en  parte,  a  Lanzarote  y   a
      Tristán.  El  motivo  pasa  a  la  leyenda  de  Alejandro.  Sea  cual  fuere
     el  país  en  que  tenga  carta  de  naturaleza  una  determinada  versión  de
     la  leyenda,  Alejandro  suele  ser  el  hijo  perdido  u  oculto  de  los  amores
      del  rey  o  de  la  reina  de  tal  país.
        Este  paria  expósito,  que  en  realidad  tiene  rango  divino,  no  puede
      separarse  fácilmente  del  niño  prodigio  del  ritual  anual,  del  Himno
     a  Hermes,  de  los  Ichneutae,  de  la  leyenda  de  Heracles,  etc.;  el
     niño  dios  de  la  vegetación  o  dios  anual  que  nace  y  crece  con  tan
     maravillosa  rapidez,  que  lucha,  se  casa,  vuelve  a  luchar,  muere  y
     por  lo  general  revive,  en  los  llamados  mimos,  y  en  cien  mitos  y
     rituales  de  un  extremo  a  otro  de  Europa.  Alejandro,  proscrito  desde
     niño,  criado  en  el  monte,  inseparable  de  su  toro  favorito,  injusta­
     mente  oprimido,  triunfador  de  sus  opresores  y  reconocido  al  fin  por
     príncipe  real,  parece  pertenecer  a  este  tipo.
        Pero  aquí  viene  lo  curioso.  En  el  primitivo  ritual  anual  parece
     que  hubo  una  concepción  del  joven  daimon  del  año  como  algo  que
     por  lo  común  está  libre  de  las  corrupciones  de  lo  viejo,  algo  puro  y,
     por  tanto,  bendito,  sino  también,  a  veces,  como  algo  bastardo  y
     perverso,  que  puede  ser  portador  de  un  anatema  o  maldición.  De
     todos  modos,  esté  o  no  relacionado  con  el  tradicional  ritual  del  niño
     anual,  hay  huellas  claras  en  el  mito  del  hijo  que  no  debe  permitirse
     que  viva,  bien  porque  matará  a  su  padre,  bien  por  alguna  otra  razón.
     A  Edipo  había  que  darle  muerte,  pues  en  caso  contrario  mataría  a
     su  padre  y  deshonraría  a  su  madre,  A   Perseo  era  necesario  matarlo,
     porque  de  no  hacerlo  así  mataría  él  al  rey,  su  abuelo.  Los  tres  pri­
     meros  reyes  del  mundo,  según  Hesiodo,  se  ven  envueltos  en  pare­
     cidas  complicaciones  con  hijos  parricidas.  Urano  teme  el  destrona­
     miento  y  la  ruina  a  manos  de  Cronos,  éste  a  manos  de  Zeus,  y  Zeus
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