Page 177 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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COMIENZOS  DE  LA  GRAMÁTICA           ι 8 ι

      cheroqués  no  hay  palabra  que  signifique  “lavar” ,  pero  — ojo  a  las
      conclusiones  precipitadas—   tiene  trece  vocablos,  al  parecer  inconexos,
      cada  uno  de  los  cuales  designa  una  distinta  manera  de  lavar.  En  la
      isla  de  Rossel,  en  el  norte  del  Pacífico,  se  planteó  un  serio  problema
      de  administración  porque  no  existía  ninguna  palabra  que  por  sí  sola
      significara  “matar” .  El  Gobierno  quería  prohibir  el  asesinato  y  creyó
      que  lo  había  conseguido,  pero  lo  que  en  realidad  consiguió  fue
      prohibir  algunas  determinadas  formas  de  matar,  y  a  los  nativos  res­
      petuosos  de  la  ley  les  causó  no  pocas  molestias  obligándolos  a  inven­
      tar  otras  formas  distintas  y  más  recónditas  de  quitar  de  en  medio  a
      sus  enemigos.  Casi  lo  contrario  de  este  tipo  de  lengua  es  el  llamado
      tipo  isolante,  como  el  chino,  que  fabrica  sus  frases  con  ristras  de
      raíces  monosilábicas,  todas  las  cuales  — excepto  unas  cuantas  llamadas
      “palabras  vacías"—   tienen  su  significación  definida;  en  cambio,  sus
      relaciones  gramaticales  están  determinadas  principalmente  por  su  po­
      sición  en  la  frase,  como  boot  y  black  en  los  ejemplos  que  antes
      hemos  puesto.
         La  mayoría  de  las  lenguas  del  mundo  — dice  Sayce— ,  si  hacemos
      caso  omiso  de  los  dialectos  norteamericanos,  pertenecen  a  la  clase
      aglutinante,  de  la  que  los  antiguos  no  sabían  nada *.  Parece  que  sigue
      un  sistema  muy  conveniente.  Así,  por  ejemplo,  en  turco  sev  significa
      amor ;  mek  denota  el  infinitivo :  sev^mek  es,  pues,  amar ;  sev-m-wefe,
      amarse  a  sí  mismo ;  sevAsh-mek,  amarse  unos  a  los  otros ;  sev-il-mek,
      ser  amado ;  sev-me-mek,  no  amar,  y,  juntando  distintas  formas,  sev*
      in'dir'iUme-mek,  “ no  ser  obligados  a  amarse  los  unos  a  los  otros” ,
      expresando  así  con  una  sola  palabra  la  ambición  de  no  pocas  naciones.
         Todos  estos  ejemplos  ponen  claramente  de  manifiesto  que  el  pro­
      blema  que  plantea  la  ciencia  del  lenguaje  como  tal,  aun  sin  tener
      en  cuenta  los  sistemas  fonéticos  extraordinariamente  diferentes  que
      se  han  desarrollado  en  todo  el  mundo  y  que  sería  imposible  repre­
      sentar  con  el  alfabeto  griego,  es  cosa  completamente  distinta  de  aquel
      con  que  se  enfrentaban  los  griegos  al  formar  su  grammatikê;  y,  a
      mayor  abundamiento,  las  reglas  y  concepciones  de  la  grammtiké  griega
      no  se  destinaban  a  que  se  prestaran  ni  en  realidad  se  prestan  para
      la  formación  de  lenguas  como  las  del  grupo  uralo-altaico  o  el  atapasco.

         1  Quizá  la  lengua  escita  fuera  aglutinante.
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