Page 194 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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GRECIA  CLÁSICA  Y  MUNDO  MODERNO


     Nuevo  Testamento.  Hubieran  oído  música,  probablemente  hubieran
      bebido  cerveza;  pero  leer  griego...,  sólo  pensarlo  hubiera  resultado
      ridículo ;  ya  se  pagaba  a  los  profesores  de  Universidad  para  que
     lo  hicieran  ellos.  En  Francia,  la  cosa  sería  distinta :  habría  más  o
     menos  igual  volumen  de  literatura,  pero  no  tanto  clásico.  Sería  posi­
     ble  sorprender  a  Monsieur  Herriot,  lector  omnívoro,  entregado  a  la
     lectura  de  Dante  o  de  Virgilio,  y  al  Mariscal  Pétain  con  la  Imitación
     de  Cristo;  pero  a  Laval,  a  Briand  y  a  la  mayoría  de  los  ex  Primeros
     Ministros...  me  parece  que  no.
        Entre  los  políticos  ingleses  de  la  vieja  tradición  es  casi  endémica
     una  debilidad  por  la  gran  literatura,  y  en  particular  por  la  griega.
     Un  ejemplo  notable  lo  constituye  Charles  James  Fox.  A   los  modernos
     siempre  nos  resulta  difícil  comprender  el  enorme  afecto  y  admiración
     que  Fox  inspiraba.  A   nosotros  nos  parece  un  político  valeroso  y
     elocuente,  pero  particularmente  malogrado.  Véase,  sin  embargo,  la
     opinión  que  de  él  tenía  un  contemporáneo  suyo  que  en  rigor  no
     pertenecía  al  partido  de  Fox.  Para  Sir  Francis  Burdett  era  Fox  “ el
     hombre  en  que  todo  el  mundo  reconoce  la  figura  más  grande  de  su
     país,  cuyas  virtudes  y  capacidad  son  tan  sobresalientes  que  lo  señalan
     al  mundo  entero  como  objeto  de  estima  y  admiración” .  ¿N o  era
     el  secreto  de  éste  el  mismo  que  el  de  Gladstone?  Fox  no  desplegaba
     gran  diligencia  en  lo  que  concierne  a  documentos  oficiales;  en  esto
     Pitt  lo  batía  con  facilidad.  Fox  leía  las  grandes  obras  de  la  literatura
     y  su  espíritu  estaba  repleto  de  la especie  de  pensamientos  que  inspi­
     raron  a  los  grandes  escritores  del  pasado.  Era toda  una  autoridad  en
     Eurípides.  A l  parecer,  estaba  familiarizado  con  la  gran  literatura  de
     todos  los  pueblos.  Una  vez  le  preguntaron  de  sopetón  cuál  era  la  obra
     más  grande  de  fantasía  que  se  había  escrito  en  el  siglo  xvm   en
     Italia.  La  mayoría  de  nosotros,  creo  yo,  nos  hubiéramos  quedado
     bastante  parados  ante  tal  pregunta,  o  al  menos  hubiéramos  pedido
     que  se  nos  hubiera  avisado  con  anticipación, pero  Fox  no  se  turbó
     en  lo  más  mínimo,  respondiendo  al  instante ; “ La  Muerte  de  Adán
     de  Metastasio.”
        Burke,  Gladstone,  Peel,  Lord  Derby,  Asquith,  Bryce,  Baldwin
     — ¿agregamos  al  general  W avell?—   todos  han  seguido  la  tradición,
     pero  no  ya  la  tradición  de  los  estudios  clásicos,  sino  algo  mucho  más
     profundo:  una  convicción,  que  se  abriga  a  modo  de  verdad  evidente  e
     indiscutible,  de  que,  por  muy  apremiante  que  sea  una  determinada
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