Page 196 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
P. 196
2 0 0 GRECIA CLÁSICA Y MUNDO MODERNO
rancie o se amargue. Recuerdo que, cuando Mr. Neville Chamberlain
era Canciller del Tesoro, vino a Inglaterra Monsieur Flandin, el Minis
tro de Hacienda francés, para celebrar con él unas consultas. A su
llegada, Flandin abrió el Times y vio que publicaba una carta de Mr.
Chamberlain. Muy interesado fue a leerla, y con gran estupefacción
por su parte vio que no tenía nada que ver con cuestiones de Ha
cienda. La carta al Times era para decir que, el día anterior, el Can
ciller había encontrado en el prado de su casa una cierta especie
de aguzanieve; que la época del año era desusadamente prematura
para tal especie, pero que tenía la seguridad de no haberse equivo
cado. M. Flandin declaró que el ministro francés de Hacienda que
enviara una carta así a la prensa sería visitado inmediatamente por
un par de psiquiatras.
¿Es particularmente griega esta cualidad o debilidad británica?
Yo creo que sí. Ninguno de los grandes griegos del siglo v eran
especialistas ! eran σοφοί, hábiles, y su σοφία su habilidad, se nutria
en conjunto de μουσική, “ música” , es decir, el reino de las musas. Eran
φιλο'σοφοι, φιλόλογοι, φιλόκαλοι, amantes de la sabiduría, amantes de
las palabras, amantes de la belleza; todos los nombres que emplean
parecen denotar el diletante, el aficionado, el “ amateur", el hombre
que hace una cosa porque le gusta, y no el profesional eficiente y
de cara severa.
Hace unos años, un austríaco afable y poseedor de una erudicióa
increíble vino a dar unas conferencias en Oxford. Habló ante nues
tras sociedades doctas y las dejó abrumadas con la amplitud y minu
ciosidad de su erudición. Luego se prestó a aceptar una invitación
de un Club Clásico de estudiantes universitarios donde uno de éstos
iba a leer un trabajo sobre los poetas de la Antología Palatina. Fue
una reunión animada, y entre varios estudiantes jóvenes se entabló
una acalorada discusión, respaldada con citas, acerca de los méritos
de sus poetas griegos preferidos. Nuestro docto visitante se quedó
de una pieza, y al terminarse la reunión manifestó que no creía que
una escena así fuera posible en ninguna otra universidad de Europa.
Nuestros estudiantes no eran nada eruditos ; sólo eran φιλόσοφοι, les
gustaban las letras ; eran φιλόκαλοι, les importaba la belleza. Ocurría
que amaban la poesía griega y que la llevaban en el alma y en el
bolsillo. A un profesor alemán le resultarían simples aficionados,