Page 207 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
P. 207

GRECIA  E  INGLATERRA               2 11

      mento,  al  parecer,  de  que  al  ponerse  del  lado  de  Atenas  contra
      Tebas  habían  cometido  alta  traición  contra  su  nativa  Beoda.  Pero
      Grecia  entera  se  escandalizó.  La  reclamación  de  los  de  Platea  es  sen­
      cilla :  "Nosotros  nos  rendímos,  y  es  ley  general  griega  que  al  que  se
      rinde  no  hay  que  darle  muerte”  (Tucíd.,  III,  58  ss.).  El  incidente
      ilustra  la  desmoralización  que  Tucídides  comenta  en  III,  82  ss.  En
      los  Her adidas 9  de  Eurípides,  Alcmena,  profundamente  agraviada,  pro­
      pone  que  se  mate  al  cruel  enemigo  de  sus  hijos,  Euristeo,  pero  se  le
      prohibe  inmediatamente.  Va  contra  la  ley  de  Atenas.  "Pero  ¿no
      matan  ellos  a  sus  enemigos?”  “ A  ninguno  de  los  que  han  cogido
      vivos  en  el  combate.”   Cuando  la  vieja  reina,  enfurecida,  sigue  empe­
      ñándose  en  ello,  la  contestación  es  tajante :  "Ninguno  de  los  que
      viven  matará  a  este  prisionero,”   Hay  en  Diodoro  XIII,  28  un  pasaje
      que  es  interesante.  El  siracusano  Nicolao  defiende  la  causa  de  los
      prisioneros  atenienses.  Expone  la  ley  de  la  Hélade  para  luego  decir:
      “ Pero,  diréis  vosotros,  en  realidad,  algunos  griegos  han  matado  a
      sus  prisioneros  en  ciertas  ocasiones.  ¿Y   qué?  Si  por  ello  se  les  alaba,
      bueno:  imitémoslos.  Pero  si  vosotros  mismos  sois  los  primeros  en
      condenarlos,  no  podéis  hacer  otro  tanto.”

         Con  no  menor  rigor  estaba  prohibido  maltratar  a  un  cadáver  o
      inferir  injurias  a  un  enemigo  caído.  El  famoso  verso  de  Ulises  en
      La  Odisea  que  dice 10  "Muertos  están  ya  y  no  es  piadoso  mostrar  esa
      alegría  por  su  muerte”   fue  expresión  de  su  negativa  a  regocijarse
      por  la  muerte  de  enemigos  que  le  habían  inferido  agravios  indele­
      bles:  y  ello  representa  el  sentir  predominante  en  la  Grecia  clásica.
      Recuérdese  el  tono  que  se  emplea  en  los  Persas  de  Esquilo  hacia  un
      valeroso  enemigo  vencido:  de  intenso  alivio  y  gratitud,  pero  ni
      una  palabra  injuriosa;  o  bien  la  extraña  escena  en  la  Electra11  de
      Eurípides  en  que  se  hace  aparecer  el  cuerpo  muerto  de  Egisto  y
      aquella  heroína  enfermiza,  amargada  por  largos  años  de  sufrimiento,
      ansia  hacer  la  cosa  prohibida,  νεκρούς  ύβρίζείν,  ultrajar  a  los  muertos.
      No  hay  nadie  que  se  lo  impida;  ella  trata  de  proferir  los  ultrajes,
      pero  ve  que  no  es  capaz.


         9  960  ss,
        10  XXII,  412.
        11  900  ss.
   202   203   204   205   206   207   208   209   210   211   212