Page 211 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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GRECIA  E  INGLATERRA


      rodeadas  por  vecinas  de  importancia  más  o  menos  igual  a  la  suya.
      Por  otra,  como  he  dicho  en  otro  lugar,  a  los  potentados  griegos  siem­
      pre  se  les  advierte  con  dureza  — y  casi  con  monotonía,  a  nuestro
      modo  de  ver—   que  no  son  dioses  y  que  si  creen  serlo  lo  sentirán.
      La  ley  está  siempre  por  encima  de  ellos.  Los  dioses  tienen  celos
      cuando  los  mortales  se  hacen  demasiado  orgullosos,  y  la  hybris  des­
      carga  su  castigo  seguro.  Es  significativo  que  incluso  en  el  helenismo
      un  tanto  degradado  que  se  extiende  por  Asia  bajo  el  imperio  de  los
      seléucidas  se  estableciera  una  aguda  diferencia  entre  las  ciudades,  que
      tenían  ley  griega,  con  autonomía  en  los  asuntos  municipales  y  libertad
      personal  del  individuo,  y  el  campo,  que  vivía  en  la  tradición  oriental.
         Así  como  no  había  rey  divino,  tampoco  había  sistema  religioso
      dominador  y   autoritario.  El  fanatismo  religioso  era  completamente
      desconocido,  y   tal  fanatismo  quizá  constituya,  después  del  despotismo,
      la  más  peligrosa  fuente  de  inhumanidad  del  hombre  para  con  el
      hombre.  No  había  ortodoxia,  cuerpo  uniforme  de  tabúes  y   normas  de
      conducta  como  lo  encontramos,  por  ejemplo,  en  el  Levítico  o  en  las
     leyes  de  Hammurabi  y  como  normalmente  se  encuentra  en  casi  todas
     las  tribus  primitivas.  A   medida  que  Grecia  iba  convirtiéndose  cada
     vez  más  en  una  unidad  consciente  fue  desarrollándose  una  cierta  pie­
      dad  adogmática  bastante  uniforme,  que  podía  enderezarse  hacia  los
      grandes  olímpicos  o  bien  a  alguna  divinidad  local  o  a  algún  deter­
     minado  Curador  o  Salvador  por  el  que  el  individuo  optara  o  simple­
     mente  a  "Dios”   o  a  "lo  divino",  sin  nombre  y  sin  definición.  Toda
     pequeña  comunidad  heredó  sus  propios  dioses;  si  se  hacía  un  viaje
     a  países  extraños,  convenía  atender  algo  a  los  dioses  del  lugar  y  ob­
     servar  las  peculiaridades  de  su  culto.  Por  lo  demás,  había  bastante
     libertad  de  opción.  No  hubo  persecuciones  hasta  haber  desaparecido
     hacía  ya  tiempo  el  ambiente  de  la  Grecia  clásica.  Los  individuos
     tenían  incluso  libertad  para  rechazar  las  leyes  canónicas,  como  He-
     cateo 20,  que  empezaba  su  historia  diciendo :  “ Escribo  lo  que  me  parece
     ser  cierto,  pues  las  leyendas  de  los  griegos  son  contradictorias  y
     absurdas”  (πολλοί  καί  γελοίοι),  como  Jenófanes,  el  rhapsódos  filósofo,
     que  rechazó  todos  los  dioses  antropomórficos  y  sus  aventuras  dema­
     siado  humanas  observando  que  si  los  bueyes  o  los  leones  tuvieran
     dioses,  probablemente  los  representarían  en  forma  de  bueyes  o  de

        20  Cf.  supra,  “El  helenism o”,  pág.  15.
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