Page 216 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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más generosa, ahora que ya no está agobiado por la pobreza u opri
mido por el miedo. Puede dedicarse al saber y a la ciencia, puede
tratar de resolver los enigmas primordiales de la vida y elevarse en
la filosofía o la religión; puede crear objetos de belleza, puede hacer
versos y libros. Y haciendo todas estas cosas, su ανθρωποτης, su huma-
nitas, resalta más clara e inconfundible. Gasta su tiempo en estudios
de “ humanidades” .
Se comprende por qué se llaman humanidades, pero ¿por qué son
estudios “liberales” ? En buena parte, por la misma razón. Liberalis
es sencillamente el adjetivo de liber, el hombre libre. Cuando está
bien encauzada y no va por mal camino, la civilización deja al hombre
en libertad de hacer la vida que de verdad quiera vivir, de ocuparse
de las cosas que realmente le interesan y no simplemente dé las que
otras personas le obligan a hacer o le pagan para que haga.
Ahora bien, si echamos una ojeada retrospectiva a los siglos XVII
o XVIII, encontraremos que los hombres doctos de aquellos tiempos
hicieron intentos más o menos afortunados de abarcar la totalidad
del saber liberal. Newton, matemático y astrónomo, escribió sobre
cuestiones teológicas y se estudió su Nuevo Testamento en griego.
Musgrave, el editor de Eurípides, era doctor en medicina. Aún a finales
del siglo XIX, aunque iba abriéndose una gran laguna entre las letras
y las ciencias físicas, hombres como Macaulay o Gladstone poseían,
casi como cosa completamente natural, conocimientos tan variados y
amplios- que en comparación con ellos nuestros sabios resultan espe
cialistas de vía estrecha. Hay excepciones: el Prof. Toynbee, en
su gran Estudio de la Historia, empieza al viejo estilo partiendo de
un amplio y minucioso conocimiento de las literaturas griega y latina,
y luego va extendiendo cada vez más sus redes hasta que todos los
hechos y pensamientos del hombre documentados en los últimos cinco
mil años entran en su campo de estudio. También Bergson, poseedor
de un conocimiento muy amplio de la literatura, se mantenía al tanto
del desarrollo de todas las ciencias. Pero, en la mayoría de los casos,
nuestros conocimientos se han acrecentado tan enormemente, que
nuestros sabios se ven obligados a especializarse; lo cual plantea un
problema en cuanto a las humanidades. Ser un simple especialista,
saber todo lo que hay que saber de una determinada parte de la
filología o de una rama de la economía o de la química o de la física
y no tener otros intereses, no constituye una formación liberal. Por