Page 39 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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PROLEGÓMENOS  A  LA  LITERATURA  GRIEGA      43


        Cuando  hablamos  del  “ compilador”  o  del  “ autor  del  syngramma”
     no  hay  que  suponer,  claro  está,  que  la  obra  fuera  redactada  de  una
     sola  vez  y  que  el  texto  así  constituido  se  reprodujera  luego  fielmente
     de  edición  en  edición.  Esto  sería  volver  a  caer  en  la  equivocada
     analogía  del  libro  impreso.  Podemos  estar  bastante  seguros,  en  el
     caso  de  Teognis,  de  que  el  librero  comercial  hizo  su  aparición  más
     tarde  o  más  temprano.  Los  poemas  eran  conocidísimos  a  más  no
     poder,  y  es  instructivo  recordar  que  de  ellos  se  sirvieron  con  fines
     pedagógicos  y  edificantes  gentes  que  condenaban  la  democracia.  Llegó,
     pues,  un  momento  en  que  merced  a  un  proceso  de  expurgación  se
     pasaron  a  una  obra  aparte  los  poemas  que  iban  contra  el  sentir  de
     la  época.  La  colección  no  se  cita  antes  de  la  época  de  Platón,  Jeno­
     fonte  e  Isócrates,  en  que  al  parecer  adquirió  celebridad  bastante  repen­
     tina  en  los  círculos  antidemocráticos.
        ¿Podríamos,  pues,  decir  que  toda  la  literatura  griega  antigua  era  así,
     un  cuerpo  ingente  de συγγράμματα desprovistos  en  absoluto  de  unidad
     artística  y  basado  en  algún  que  otro  intento  de  apuntar  todo  aquello
     que  pudiera  recordarse  de  la  obra  de  los  poetas  o  bardos  antes  de
     que  éstos  cayeran  completamente  en  el  olvido?  De  ningún  modo.
     Cada  una  de  las  odas  de  Píndaro  es  una  unidad  artística  bien  definida.
     También  lo  es  cada  tragedia  y  cada  comedia.  Y   lo  son  asimismo,  ade­
     lantándonos  un  poco  en  el  tiempo,  cada  uno  de  los  discursos  com­
     pletos  de  Antifonte  y  Lisias,  ¿En  qué  estriba,  pues,  la  diferencia?
     La  diferencia  estriba  en  que  en  estos  últimos  tenemos  una  composición
     artística  concreta  hecha  para  una  determinada  ocasión  pública.  En
     las  odas  de  Píndaro  tenemos  el  texto  de  estas  composiciones  tal  y
     como  las  cantaban  los  coros ;  no  se  trata  simplemente  del  cuaderno
     de  apuntes  de  un  bardo,  con  listas  útiles,  fórmulas,  transiciones,  etc.,
     como  en  los  Himnos  y  en  Hesíodo ;  no  se  trata  de  una  simple  colec­
     ción  de  poesías  líricas  de  Píndaro  y  otros  como  él  que  pudieran  recor­
     darse.  Los  primeros  exponentes  de  unidades  artísticas  bien  definidas
     que  hallamos  en  la  literatura  griega  son  poemas  ocasionales,  es  decir,
     compuestos  para  una  ocasión  determinada.
        Para  ilustrar  esta  regla  basta  citar  sus  excepciones.  Encontramos
     algunas  confusiones  en  el  texto  de  Las  nubes  y  Las  ranas  de  Aristó­
     fanes:  naturalmente,  como  que  cada  una  de  estas  comedias  se  volvió  a
     preparar  para  una  ocasión  distinta,  con  lo  que  el  texto  preparado  para
     la  primera  ocasión  se  confundió  un  tanto  con  el  de  la  segunda,  El  Reso
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