Page 46 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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sentaban las charlas reales de los filósofos a quienes él conocía y sabía
parodiar delicadamente, del mismo modo que un estudiante despierto
podría remedar una discusión sostenida entre dos profesores en una
sociedad erudita. Como dice el Prof. Woodbridge :
“ Probablemente son mucho más ingenuas y fieles a la realidad
que los diálogos filosóficos que pudiera escribir un moderno... Son
relatos de conversaciones, referidos quizá más para deleite del oyente
que con el propósito deliberado de llegar a una conclusión o exponer
una doctrina. El hecho de que a menudo estén inconclusos... y la
falta de resultado concreto puede considerarse como indicio de que
son fieles a la realidad...”
Posteriormente, a medida que iba desarrollándose el genio filoso-
fico de Platón, fue menguando el elemento mimético para aumentar
en importancia el aspecto especulativo y argumentativo·, el humo
rismo fue esfumándose y al final la mayor parte de la belleza, hasta
que, ya en el ocaso de su vida, Platón casi había conseguido desterrar
de su corazón al diablo de la poesía como había querido desterrarlo
de su ciudad. Pero la consecuencia de sus anteriores obras fue que
por vez primera se reconociera un tratado filosófico como un expo
nente de lo que nosotros llamaríamos belles lettres, algo que podía
aspirar al encanto literario tanto como un panegírico o una oración
fúnebre.
No debemos permitir que nos impresione demasiado el accidente
de que Platón sólo esté representado por sus obras acabadas y publi
cadas, y que Aristóteles, por el contrario, lo esté por sus apuntes para
lecciones o εσωτερικοί λο'γοι. Con todo, es bastante probable que ese
hecho que hemos llamado accidente no sea simplemente un azar. El
estilo de Platón es algo completamente fuera de lo común; los crí
ticos de la antigüedad, al igual que los modernos, lo han considerado
en absoluto el más hermoso estilo en prosa que se conoce en la lite
ratura de los humanos. Es, pues, muy natural que se pusiera especial
empeño en conservar sus diálogos por su forma, mientras que, tratán
dose de la mayoría de los demás filósofos, el mundo se ha interesado
únicamente por sus doctrinas y razonamientos, y cuanto mayor fuera
la sencillez con que se expusieran, mejor. En rigor, parece que el
esmero que puso Platón en encontrar la forma exacta tuvo otra con
secuencia curiosa.