Page 48 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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5 2 GRECIA CLÁSICA Y MUNDO MODERNO
sabemos si tal norma implicaba la existencia de un texto verbal fijo
o incluso de un orden de incidentes ya establecido. En el caso en que
existiera un texto oficial, éste debió de constituir la primera obra
voluminosa publicada en la literatura griega. Hay algún fundamento
para creer que semejante texto existió, y no hay gran dificultad en
suponer que, al caer los pisistrátidas, perdió su santidad el texto que
estaba íntimamente vinculado a la memoria de éstos, con lo que
durante la mayor parte de los siglos v, IV y m dicho texto volvió a
ser fluctuante y el introducir en él variaciones volvió a ser en gran
parte cuestión de preferencia personal 23. Es evidente que Aristarco y
sus colegas no dispusieron de ningún texto que hiciera fe, y sin duda
no tenían ni rastro de un texto preateniense. Difícilmente podemos
decir nosotros — y quizá para ellos también hubiera resultado difícil—
si lo que hacían era tratar de restaurar el texto oficial empleado en
las Panateneas en el siglo vi o si simplemente se limitaban a realizar
un ensayo entre los varios manuscritos muy distintos recurriendo a su
erudición e ingenio, para componer así el mejor texto posible. En
el caso de las comedias, odas epinicias, discursos famosos e incluso los
diálogos platónicos, el propio autor publicó el texto correcto y entonces
la obra salió para ser leída por el público en general; en el caso de Ho-
mero, este orden parece que fue el inverso. En los siglos v, iv y m, la
litada y la Odisea, en versiones que variaban considerablemente entre
sí, pasaron a ser las obras mejor conocidas en Grecia, tanto para la
enseñanza en las escuelas como para la lectura privada. Por consi
guiente, la necesidad de un texto reconocido y definitivo se hizo
irresistible y los alejandrinos la satisficieron. Esto es en gran parte lo
que ocurrió, mutatis mutandis, con las obras más populares de Sha
kespeare 24. La confusión de textos entre los distintos cuartos y folios
y la confusión mucho mayor aún entre las distintas versiones para la
representación teatral que circularon hasta fines del siglo xviii e in
cluso hasta la primera mitad del X IX crearen la necesidad imperiosa
de un texto crítico exacto. Claro está que en el caso de Shakespeare
y gracias a la invención de la imprenta, se disponía aún de textos
que el autor había visto, o al menos que podía haber visto. En el
23 Véase Rise of the Greek Epic4, págs. 283 ss.
24 Cf. Odell, Shakespeare from Betterton to Irving.