Page 47 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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PROLEGÓMENOS  A  LA  LITERATURA  GRIEGA      51

         Es  bien  sabido  que,  por  lo  común,  las  citas  de  la  litada  y  la
      Odisea21  hechas  por  los  escritores  de  los  siglos  iv  y  ni  difieren  muy
      considerablemente  de  los  textos  que  nosotros  conocemos.  Parece,  pues,
      bastante  claro  que  Aristóteles  y  Esquines,  por  ejemplo,  se  sirvieron
      de  un  texto  de  Homero  que  presenta  sorprendentes  diferencias  con
      el  nuestro^  y  los  papiros  más  antiguos  aportan  exactamente  el  mismo
      testimonio.  Lo  curioso,  sin  embargo,  es  que  las  citas,  muy  numerosas,
      que  hace  Platón  se  ciñan  en  conjunto  bastante  a  nuestra  actual  vul­
      gata,  tal  como  acabó  por  salir  de  las  manos  de  Aristarco  y  sus  con­
     temporáneos.  Ahora  bien,  podemos  suponer  que  el  hombre  de  letras
     ateniense  del  siglo  IV  solía  tener  su  propia  versión  de  Homero22 ;  los
      testimonios  son  bastantes  concluyentes.  Parece,  pues,  que  Platón  cons­
     truyó  su  texto  de  Homero  tan  a  conciencia,  con  atención  tan  escru­
      pulosa  al  detalle  y  con  tal  sentido  del  estilo  poético  que,  cuando  sus
     libros  se  enviaron  a  la  Biblioteca  de  Alejandría,  su  ejemplar  fue  uti­
     lizado  por  los  grandes  gramáticos  alejandrinos  como  texto  básico,  o
     por  lo  menos  ejerció  sobre  ellos  gran  influencia,  unida  al  inmenso
     respeto  que  por  lo  demás  se  le  tenía  a  Platón.
        Esto  nos  lleva  a  considerar  el  problema  final :  el  de  los  textos
     homéricos  mismos.  Puede  considerarse  bastante  seguro  que  nuestra
     vulgata  homérica  aparece  por  vez  primera  en  manuscritos  alrededor
     del  año  150  a.  J.  C.  Pero  ¿a  qué  se  debe  que  la  obra  de  Homero
     llegue  hasta  nosotros  en  forma  tan  completamente  acabada  y  dispues­
     ta  para  su  publicación  y  lectura,  mientras  los  textos  de  Hesíodo  se
     dejan  en  el  estado  caótico  que  pertenece  a  un  período  en  el  que  no
     se  conocía  la  publicación  de  obras  ni  existía  un  público  lector?  La
     respuesta  nos  la  dan  nuestros  otros  ejemplos.  De  la  ílíada  y  la  Odisea
     se  hicieron  unidades  artísticas  para  una  ocasión  especial,  al  igual  que
     una  tragedia  o  una  ocla  epinicia  de  Píndaro ;  se  destinaban  al  gran  re­
     cital  de  la  Panatenea  que  se  celebraba  cada  cuatro  años.  En  cambio,  el
     bardo  que  quisiera  recitar  a  Hesíodo  podía  hacerlo  a  su  modo,  intro­
     duciendo  las  variaciones  que  le  convinieran.  Su  libro  era  asunto  suyo.
        La  ley  prescribía  que,  en  las  Panateneas,  los  poemas  se  recitaran
     εφεξής (“ por  orden” ),  prosiguiendo  cada  rapsoda  la  narración  en  el
     punto  en  que  la  había  dejado  su  predecesor ;  pero,  por  desgracia,  no


        21  Cf.  Rise  of  the  Greek  Epic4,  págs.  289  ss.
        22  Cf.  Sengebusch,  Dissertatio  prior,  págs.  185  ss.
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